In Xochitl In Cuicatl
Raul Hellmer (1913-1971) ha sido considerado, con justicia, uno de los más importantes promotores de la cultura musical de nuestro país. Mucho del acervo folclórico de México se enriqueció con el enorme caudal de información que en ese sentido nos aportó el prestigiado investigador nacido en Filadelfia un 27 de octubre de 1913.
El espléndido archivo fonográfico de canciones indígenas y tradicionales, creado por Hellmer, ha servido de fundamento documental para el estudio de la cultura popular; y quienes vivimos las primeras etapas de la televisión, recordamos los programas producidos por el notable musicólogo, con el título sugerente de FLOR Y CANTO (in xochitl in cuicatl) por medio de los cuales muchos mexicanos aprendimos a conocer mejor las expresiones artísticas de nuestro pueblo.
Quienes conocimos a Raul Hellmer podremos recordarlo como lo que era: un sabio auténtico con la sabiduría que es el humilde aprendizaje del sentido de la vida, la búsqueda a profundidad del significado de la existencia. Habría que repetirlo: él vivió su tiempo como un verdadero oficio místico consagrado a la autenticidad del género humano.
Hombre bondadoso, pleno de generosidad –que es la flor más pura de la fuerza moral– era Raul Hellmer, muerto prematuramente hace 50 años, el 13 de agosto de 1971. Me parece verlo en una buhardilla de la entonces Dirección General de Educación Audiovisual, organizando, midiendo, ponderando, editando las cintas magnetofónicas para hacer posible que los estudiantes escucharan la palabra sonora y melodiosa, la auténtica voz de los mexicanos.
Decía el poeta estadounidense Longfellow (1807-1882) que la música es la lengua universal de la Humanidad, y el poeta inglés Shelley (1792-1822) expresaba que cuando las suaves voces mueren, vibran en la memoria.
Por su parte, Richard Wagner (18031883) reconocía que la alegría no está en las cosas sino en nosotros y que, por ello, subrayaba Beethoven (1770-1827), sólo el pedernal del espíritu humano puede arrancar fuego de la música.
Hellmer trabajó como investigador en la sección de Música del Instituto Nacional de Bellas Artes desde su creación en 1947, siendo uno de los primeros en realizar grabaciones de música indígena y mestiza tradicional mexicana, directamente en acetato y posteriormente en cintas magnetofónicas. Permaneció en el INBA de De 1947 a 1965.
Recorrió prácticamente todo el territorio mexicano y grabó la música indígena y mestiza tradicional, principalmente de los estados de Morelos, Michoacán, Puebla, Estado de México y Veracruz, enriqueciendo extraordinariamente la fonoteca del INBA.
Dedicó su vida a la recopilación de la música y la cultura tradicional de México, logrando grandes aportes para la investigación mexicana y, aunque fueron pocos sus escritos, estos muestran una gran preocupación por analizar, rescatar, conservar y difundir la diversidad cultural de México, y contrastan con la gran cantidad de grabaciones y fotografías de músicos de pueblos, rancherías y sus instrumentos musicales, muchos elaborados manualmente en las poblaciones del México rural.
Sobre el son jarocho, centenario estilo folclórico de Veracruz, Hellmer realizó el siguiente comentario sobre El fandanguito, un antiguo son jarocho con “bombas” (grabado en Tlacotalpan): Este son, derivado directamente del fandango español, conserva en común con los fandangos tabasqueños las "bombas", en forma de décimas anteriormente y ahora en coplas, dichas por el hombre a la mujer de su predilección y contestadas por ella casi siempre en tono despectivo, aunque al final tal vez corresponda con una "bomba" amorosa, llamada "el desenojo".
Hellmer era de origen gringo; y sin embargo, supo acercarse, descubrir, estudiar, e incluso sentir nuestro folclore, para defenderlo con un genuino interés que, hoy en día, buena falta le hace a muchos de nuestros connacionales. Cuando oyó La
Sandunga escuchó el vaivén valeroso de la pieza oaxaqueña y en ese preciso momento decidió quedarse a vivir en México. No hizo falta ningún chile relleno ni ninguna Pirámide de la Luna, sino un sonido del Istmo.
En agosto del año 2001, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, (Conaculta) en coordinación con Radio Universidad, la Fundación Hellmer y el Instituto Nacional Indigenista llevaron a cabo un gran Homenaje Raúl Hellmer en su 30 aniversario luctuoso.
En Ciudad de México una larga calle, como su trayectoria lleva su nombre: RAUL HELLMER en la colonia Compositores Mexicanos desde el cruce de la calle Manuel Bernal hasta el cruce de la Calle Nicandro Castillo en la Alcaldía Gustavo A. Madero.
Dejo aquí, a 50 años de su desaparición, este modesto reconocimiento a la memoria de Raul Hellmer, gran mexicano siendo extranjero.
Dedicó su vida a la recopilación de la música y la cultura tradicional de México, logrando grandes aportes para la investigación mexicana y, aunque fueron pocos sus escritos, muestran una gran preocupación por analizar, rescatar, conservar y difundir.