El Sol de Tulancingo

Las elecciones palestinas que no han sido

- DAVID HERNÁNDEZ LÓPEZ

Luego de 15 años sin procesos electorale­s, en enero pasado, Mahmud Abás, presidente de Palestina, convocó a elecciones legislativ­as (22 de mayo), presidenci­ales (31 de julio) y a la renovación del Consejo Nacional Palestino (31 de agosto). Se preveía que serían llamados a votar casi tres millones de palestinos en Gaza, Cisjordani­a y Jerusalén Este, pero finalmente la votación fue cancelada por el propio Abás al argumentar que Israel no permitiría la jornada electoral en Jerusalén Este.

La última elección presidenci­al para esos territorio­s se realizó en 2005, en la que resultó ganador el presidente Abás, y los comicios legislativ­os en 2006, en donde Hamás obtuvo la mayoría de los escaños. En 2007, luego de luchas intrapales­tinas, la organizaci­ón islamista Hamás tomó el control de Gaza y expulsó a funcionari­os relacionad­os con Abás y su partido Fatah. Desde entonces, los episodios de tensión entre ambos grupos se han mantenido vigentes.

Dadas las discrepanc­ias entre las organizaci­ones palestinas, se consideró como un importante logro el acuerdo alcanzado a inicios de 2021 que, permitiría la celebració­n de elecciones. Pero el aplazamien­to de los comicios reveló la fragilidad de las coincidenc­ias. Lo cierto es que la convocator­ia surgió en un momento especialme­nte retador para la política palestina y el entorno regional.

Por un lado, la normalizac­ión de relaciones de algunos países árabes con Israel incorpora un nuevo desafío para los grupos palestinos. El hecho revela la necesidad de un rostro cohesionad­o que represente las necesidade­s de la población frente a Israel y otros países, especialme­nte los emisores de ayuda humanitari­a. Las elecciones, hasta el momento sin fecha, permitiría­n exponer al exterior esa unidad y un intento de afrontar la reconfigur­ación de la región.

En contraste, la decisión de posponer los comicios abrió una nueva fisura en la de por sí agrietada política palestina. La administra­ción del presidente Abás enfrenta denuncias por supuestame­nte favorecer la cooperació­n con las autoridade­s israelíes en detrimento del bienestar palestino, posibles actos de corrupción y falta de legitimida­d, entre otras cosas, por su mandato cada vez más prolongado. De realizarse las elecciones y obtener el triunfo nuevamente, la legitimida­d de Abás aumentaría y con ello la posibilida­d de un margen de acción más amplio que el actual, sobre todo frente a los recientes cambios regionales e internacio­nales.

Sin embargo, su triunfo no está asegurado. Por ahora las encuestas revelan una mayor preferenci­a a su favor. Pero luego de 15 años sin elecciones generales y alrededor de un millón de nuevos votantes, los resultados de un posible proceso electoral no podrían ser más inciertos.

Hay un sector poblaciona­l que se encuentra entre los 18 y 33 años de edad que nunca ha votado, representa la mitad del electorado actual y reporta las mayores tasas de desempleo (alrededor del 40%). Es posible que en las futuras elecciones expresen a través del voto su descontent­o contra la actual administra­ción.

Incluso, el aplazamien­to de los comicios reduce aún más la popularida­d de las actuales autoridade­s (60% de desaprobac­ión). Es posible afirmar que existe un entusiasmo generaliza­do en participar, sentimient­o que se refleja en el registro de más del 93% de los 2.8 millones de votantes habilitado­s para emitir su sufragio.

Frente a este escenario, Hamás ha intentado impulsar la celebració­n de los comicios. Las posibilida­des de que el poder de Abás y su organizaci­ón Fatah disminuya son reales. Se dice que la decisión de retrasar el proceso se debió al escenario poco favorable para el presidente palestino.

Bajo estas condicione­s, de realizarse las votaciones, el más beneficiad­o podría ser Hamás, organizaci­ón considerad­a terrorista por Estados Unidos, Israel y la Unión Europea. Para este partido resulta importante participar políticame­nte en Cisjordani­a y, de este modo, ampliar su influencia política en la estructura gubernamen­tal central. Desde 2007, su actuación se ha limitado a territorio gazatí. Este escenario produce importante­s preguntas sobre la posible dinámica entre las autoridade­s palestinas, con mayor participac­ión de Hamás, y su relación con el exterior, sobre todo con los países que lo consideran un grupo terrorista.

Aunque se pensaba que el aumento de los ataques israelíes hacia territorio palestino proporcion­aría un elemento de coincidenc­ia, las contrastan­tes percepcion­es sobre el camino a tomar y las posibles respuestas han evidenciad­o aún más las diferencia­s entre los liderazgos palestinos.

Es claro que las necesidade­s en materia humanitari­a y atención a la población palestina no pueden esperar al consenso político. A pesar de las discrepanc­ias internas es urgente un plan que se ocupe de las necesidade­s inmediatas de la población. Las elecciones no pueden aplazarse más, pero tampoco la atención a los más vulnerable­s. El consenso entre las fuerzas políticas tendrá que llegar en beneficio de las y los palestinos. Investigad­or del Centro de Estudios Internacio­nales Gilberto Bosques del Senado de la República. Licenciado en Relaciones Internacio­nales por la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM) con estudios en Análisis Político por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Asociado del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacio­nales (COMEXI).

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