Ni un repartidor menos
En México existimos miles de repartidores de plataformas digitales que salimos a las calles todos los días a entregar pedidos en hogares y oficinas. Desde al año pasado, con la pandemia, fuimos una buena alternativa de trabajo para muchas personas dadas las pocas barreras de ingreso para entrar y el crecimiento exponencial de la demanda de pedidos por las medidas de sana distancia; una opción atractiva para todo aquel que quedó desempleado y que decidió moverse a pie, o arregló una bici o moto para salir a las calles y trabajar porque las deudas, la familia y el hambre no esperan.
La pandemia visibilizó aún más nuestro trabajo, pero también las condiciones adversas a las que nos enfrentamos (asaltos, atropellamientos, discriminación, acoso) y que se agravan cuando no son reconocidos nuestros derechos. A cambio del “te doy chamba”, “conéctate cuando quieras”, “gana lo que quieras”, las apps buscan convencernos de que no podemos hablar de prestaciones, menos aún de seguridad social o acceso a servicios de salud, pese a que de forma continua hemos estado en la primera línea de contagio. Hoy no sabemos a ciencia cierta cuántos de nuestros compañeros enfermaron o murieron por COVID-19 porque no hay cifras oficiales ni un monitoreo de nuestra situación laboral.
Por esta y otras razones, varios repartidores y repartidores nos hemos venido organizando. En 2018 fundamos el colectivo “Ni Un Repartidor Menos” tras la muerte de nuestro compañero José Manuel Matías quien perdió la vida tras ser atropellado por un tráiler mientras entregaba un pedido en su primer día de trabajo. Comenzamos siendo un grupo de apoyo entre repartidores en caso de accidentes y emergencias, pero con los años hemos ampliado el horizonte de nuestra lucha.
Hoy queremos visibilizar y acabar con las condiciones laborales precarias en las que plataformas como Uber, Rappi, DidiFood, nos tienen. No pretendemos que los repartidores tengan más derechos que cualquier otro trabajador asalariado común, simplemente pugnamos para que en lugar de que nos clasifiquen como “socios repartidores”, seamos nombrados y reconocidos por el Estado y las plataformas como trabajadores. Solo así las plataformas se verán obligadas a tomar responsabilidad para con los repartidores, otorgarnos un seguro médico y las prestaciones laborales que la ley establece. A la fecha somos nosotros los que cargamos con los costos cuando nos accidentamos o quedamos con alguna discapacidad.
Asimismo, buscamos concientizar a la ciudadanía y exigir a las autoridades la promoción de una cultura vial responsable.
Por esta y otras razones, varios repartidores y repartidores nos hemos venido organizando. En 2018 fundamos el colectivo “Ni Un Repartidor Menos” tras la muerte de nuestro compañero José Manuel Matías quien perdió la vida tras ser atropellado por un tráiler mientras entregaba un pedido en su primer día de trabajo. Comenzamos siendo un grupo de apoyo entre repartidores en caso de accidentes y emergencias, pero con los años hemos ampliado el horizonte de nuestra lucha.
El respeto y prioridad a los ciclistas y motociclistas (independientemente de si son o no repartidores) es fundamental para garantizarnos a todas las personas trayectos seguros y entender que las calles no son sólo para los automóviles.
También combatimos y nos pronunciamos contra el acoso sexual que muchas repartidoras han tenido que enfrentar por parte de clientes, automovilistas e incluso de sus propios compañeros repartidores.
Nuestro colectivo apuesta por un ejercicio voluntario, responsable y participativo de nuestra ciudadanía a través del cual, exijamos el reconocimiento y cumplimiento de nuestros derechos. Sabemos, sin embargo, que esto sólo puede lograrse si la sociedad se involucra y toma consciencia del contexto político, social y económico en el que vive; mucho más ahora, luego de ser azotados por una crisis sanitaria mundial que dejó ver la importancia y lo esenciales que se han vuelto los repartidores en nuestra cotidianidad. Nos han llamado héroes; no queremos serlo ni ser tratados como tales. Lo que sí queremos y merecemos es que se nos reconozcan y nos otorguen el mínimo de derechos y seguridad que nos permitan salir a rodar y trabajar en mejores condiciones.