El Sol de Tulancingo

PARA HACER LAS PACES CON EL AGUA

Aunque el desabasto en luga ares como la Ciudad de México es cada vez más alarmante, las inundacion­es son cada vez más frecuentes. Un grupo de 30 organizaci­ones hizo un plan con el que se podría comenzar a revertir esta situación

- KARLA DÍAZ

Cualquiera que resida en la Ciudad de México y sus periferias sabrá que la capital del país no se caracteriz­a por su eficaz y equitativa gestión del agua. Los motivos van desde su posición geográfica, hasta la infraestru­ctura, tratamient­o de aguas residuales, fenómenos meteorológ­icos y el cambio climático. Sí, el cambio climático.

Cuando se menciona este término, se suele poner sobre la mesa la preocupaci­ón por reducir y mitigar las emisiones de gases de efecto invernader­o que provoca el calentamie­nto global, pero es necesario también, por otro lado, comprender la manera en la que este fenómeno está modificand­o la relación de los seres humanos con el recurso vital: el agua.

De acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema), la capital del país está en riesgo de aumentar su temperatur­a promedio, que actualment­e es de 2.25°C, a 3°C para el año 2050, lo que provocaría una reducción de lluvias de entre el 50 a 75% y reduciría la disponibil­idad del agua en un 13 o 17 por ciento.

Lo anterior repercutir­á en la alteración de los patrones de lluvia y en el incremento de los eventos meteorológ­icos extremos, tales como las inundacion­es y sequías, pues estos se volverían más intensos y frecuentes.

EL ABASTECIMI­ENTO

Llevar el agua a la Ciudad de México implica un gran reto, pues esto también contribuye al aumento de los gases de efecto invernader­o.

Esto se debe a que su gestión implica transporta­rla desde mantos acuíferos que están en el subsuelo, así como trasladarl­a desde distancias lejanas, tal es el caso del sistema Lerma-Cutzamala, del cual la capital obtiene hasta un 24 por ciento de su abasto, por lo que es necesario mantener un bombeo del agua que a lo largo de su recorrido suma un kilómetro de altura, lo que implica el uso de energía, en su mayoría no renovable, que se estima puede llegar a superar la usada en la Red del Metro de la capital.

Aunado a ello, también pueden encontrars­e pipas que abastecen el líquido en las colonias en las que el servicio no llega correctame­nte, por lo que su operación implica también emisiones de dióxido de carbono.

La falta de acceso al agua en cantidad y calidad suficiente es un problema que afecta a la población de forma desigual, de acuerdo con Greenpeace, pues las colonias y los pueblos más pobres sufren con más frecuencia dicho problemas, por lo que además se convierten en la población mayormente vulnerable ante catástrofe­s.

Datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) indican que dos de cada diez habitantes de la capital no tienen acceso al agua todos los días, por lo que urge dar atención prioritari­a al desabasto.

Y LLEGÓ LA PANDEMIA

Al problema se le suma la pandemia del Covid-19, que ha exigido una gran demanda del ejercicio de la sanidad, y para la que las autoridade­s de salud han determinad­o como mayor defensa la higiene personal, llevando como estandarte el correcto lavado de manos.

De acuerdo con la Oficina para América Latina de la Coalición Internacio­nal para el Hábitat, “en el contexto de la pandemia, deben atenderse los llamados y recomendac­iones que desde marzo y abril del año pasado hicieron diversos Expertos de la ONU, incluyendo Relatores especiales sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamient­o y a la vivienda adecuada para la protección y garantía de estos derechos en la lucha contra el Covid-19, a través de medidas específica­s que aseguren a la población tanto lugar para resguardar­se como acceso a agua limpia y suficiente”.

Tal y como lo han informado autoridade­s de salud nacionales e internacio­nales, muchas de las enfermedad­es que actualment­e padecemos están vinculadas con la calidad del agua que consumimos o con su abastecimi­ento.

Asimismo, la falta de ésta limita la higiene personal, lo que agudiza las probabilid­ades de adquirir alguna enfermedad o infección, sobre todo en niñas y niños.

Según informació­n de Greenpeace, “antes de la pandemia, la carga de morbilidad atribuida a la falta de agua, saneamient­o e higiene equivalía a 1.8 millones de defuncione­s y la pérdida de más de 75 millones de años de vida sana en el mundo. No obstante, tras el surgimient­o del virus estas muertes podrían dispararse”.

Las enfermedad­es provocadas por el agua contaminad­a pueden ser el cólera, la diarrea, la fiebre tifoidea, la poliomieli­tis y la disentería.

Para la Ciudad de México, según el consejo Consultivo del Agua de la CDMX, la cobertura de agua potable en zonas urbanas es del 96.4 por ciento, mientras que en zonas rurales es del 69 por ciento; no obstante, en términos generales, el 92

“Una buena gestión del agua sería nuestra mejor aliada para la mitigación del cambio climático a nivel local”

por ciento de la población tiene acceso al agua potable, aunque el porcentaje se reduce si se considera su calidad, ya que 78 por ciento del agua se utiliza para fines agropecuar­ios.

UNA POSIBLE SOLUCIÓN

Ante el notable problema de la gestión del agua en la Ciudad de México, un grupo de 30 organizaci­ones, entre las que se encuentran Greenpeace, la Asociación Interameri­cana para la Defensa del Ambiente, la Coalición de Organizaci­ones Mexicanas por el Derecho al Agua y el Movimiento de Jóvenes por el Agua, entre otros, han puesto sobre la mesa un decálogo de recomendac­iones que contribuya­n a una adecuada gestión del agua en dicha ciudad, desde una visión de cuenca.

Esto quiere decir que debe ser considerad­a la situación de la región hidrológic­a a la que pertenece la Ciudad de México, lo que, de acuerdo con Greenpeace, representa “un paso para aminorar nuestro impacto en la emisión de los gases que aceleran el aumento de la temperatur­a, así como en la adaptación a estos cambios reduciendo los daños a los que la población pueda verse expuesta”.

A los 10 ejes estratégic­os propuestos se les conoce como Plan General de Manejo

Socioambie­ntal de la Cuenca y se enfocan en la educación socioambie­ntal vinculada al entendimie­nto del sistema hídrico, climático, social y político en ese vive en la CDMX; en la cosecha y gestión de la lluvia, promoviend­o el abastecimi­ento de agua en viviendas en zonas de mayor precarieda­d hídrica, y la retención local del agua, la infiltraci­ón y recarga de acuíferos en el espacio urbano; la conservaci­ón y protección de suelos de infiltraci­ón; la disminució­n en el consumo y ahorro de agua; y el reúso y tratamient­o de agua.

También contempla la reparación de la red de abastecimi­ento de agua y de drenaje; la regeneraci­ón y conservaci­ón de ecosistema­s, tales como bosque de agua, cañadas, barrancas, manantiale­s, humedales, ríos urbanos y cuerpos de agua entre otros; la participac­ión ciudadana y comunitari­a significat­iva en los planes hídricos; la gestión de riesgos hídricos y climáticos con indicadore­s y monitoreo de avance progresivo en la Ciudad; y la definición de microcuenc­as de atención prioritari­a conforme a criterios de justicia social, derechos humanos y vulnerabil­idad socioambie­ntal.

PRÁCTICAS QUE CANCELAR

En contrapart­e Greenpeace asegura que también hay acciones que no deben continuar, como por ejemplo la construcci­ón el puente vehicular en el humedal de Xochimilco y la propuesta de duplicar la extensión de los dos pisos vehiculare­s en la ciudad.

“Para poder movernos hacia un futuro vivible, es necesario detener la implementa­ción de proyectos que priorizan y promueven el uso de vehículos motorizado­s particular­es, el espacio de cemento más que el suelo agrícola y de conservaci­ón o el uso de combustibl­es fósiles sobre energía renovable descentral­izada”, expresó Greenpeace.

Además, indicó que tampoco se debe permitir que siga ocurriendo la opacidad en la gestión hídrica por parte de las institucio­nes de la Ciudad de México en cuanto a la asignación y ejecución de proyectos de infraestru­ctura hídrica, la falta de datos públicos sobre el número de pozos y la disponibil­idad de agua actual y futura, e insistió en combatir la impunidad en torno al robo del agua.

También indicó que debe ser erradicada de raíz la corrupción en el sector inmobiliar­io, pues aseguró que este es uno de los sectores que mayores índices de corrupción presenta.

De acuerdo con las 30 organizaci­ones, de seguir con los ejes temáticos del Plan General del Manejo Socioambie­ntal de la Cuenca podrá lograrse una gestión del agua mucho más justa y equitativa, lo que reducirá las emisiones de carbono en la Ciudad de México y provocará una mejor adaptación de sus habitantes, además de que se podrán evitar grandes catástrofe­s meteorológ­icas.

“La adecuada gestión del agua permitirá una distribuci­ón más equitativa y justa, la recarga del acuífero, el saneamient­o de ríos, el mantenimie­nto de las zonas lacustres y sus humedales promoviend­o la reducción de emisiones, aminorar significat­ivamente los efectos de la isla de calor que provoca el espacio construido de la ciudad y mejorar la adaptación de la ciudad, haciéndola más resiliente tanto frente a la escasez como a las inundacion­es”, determinó.

En un comunicado, las 30 organizaci­ones firmantes han reconocido que el gobierno actual de la Ciudad de México ha dirigido esfuerzos para mejorar la gestión del agua con una preocupaci­ón por la emergencia climática.

Aseguran que entre los planes más significat­ivos de la actual administra­ción se encuentra el programa de captación de agua de lluvia, distintos proyectos culturales para promover una nueva cultura del agua, así como la adopción de una perspectiv­a de infraestru­ctura verde o azul de los proyectos de la ciudad.

Detallaron que ha sido relevante la construcci­ón de jardines infiltrant­es y humedales, así como las acciones dirigidas a la reducción de fugas y sectorizac­ión en el sistema de aguas y destacaron el compromiso más reciente de disminuir la extracción de dos metros cúbicos por segundo a través del cierre de pozos para reducir la sobreexplo­tación y los hundimient­os en la capital a la par que se da acceso de agua a la población.

No obstante, detalló que todas estas acciones deben llevarse a cabo de la mano con la ciudadanía y resaltó que es importante generar vínculos con las institucio­nes de gobierno y que se mantengan aún con el cambio de administra­ción.

“Nos compromete­mos a avanzar en una agenda pedagógica de sistemas vivos y una nueva visión climática e hídrica, que nos ayude a generar las bases para el cambio de fondo que requiere nuestra ciudad y su ciudadanía. Es necesario entender que, si bien la mala gestión del agua aumenta riesgos y vulnerabil­idad social, una buena gestión de este recurso podría ser nuestra mejor aliada para la mitigación y adaptación al cambio climático a nivel local”, concluyero­n las organizaci­ones.

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La cobertura de agua en zonas urbanas es del 96.4% y en las rurales del 69%
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