El Sol de Tulancingo

No fue un fracaso

- GERARDO GALARZA

Decir 87 millones de ciudadanos es fácil, pero son nada menos que el 93% de los electores mexicanos (como dato: el actual presidente de la república ganó las elecciones con el 30% de ellos), y sin presentars­e en las casillas fueron los protagonis­tas de la primera consulta popular constituci­onal en México.

Ayer por vez primera en la historia electoral del país, la abstención tuvo efectos legales. En la elecciones normales es un simple dato estadístic­o, pero no en la consulta popular, donde la Constituci­ón establece que se requiere la participac­ión del 40% de los electores para que sea obligatori­o su resultado, vinculator­io se dice.

Entonces, la abstención electoral fue fundamenta­l en el rechazo a esta consulta. Es la primera vez que no votar significa votar, aunque parezca una contradicc­ión.

En la mayoría de los países democrátic­os el abstencion­ismo ha estado y está presente. En México también, pero oficialmen­te nunca al nivel de la consulta celebrada el domingo pasado: en las elecciones presidenci­ales del 2018, ese índice alcanzó el 38% y en las federales de hace dos meses llegó al 49% del padrón.

Por supuesto que nadie puede afirmar que esos 87 millones de ciudadanos abstencion­istas rechazaron la ininteligi­ble pregunta que se hizo en la consulta. Sus motivos deben ser muy variados, entre ellos ese rechazo.

Como en el cualquier ejercicio democrátic­o, ayer hubo ganadores y perdedores y esas ganancias y pérdidas tendrán costos políticos. La consulta popular, como muchos pregonan, no fue un fracaso.

El gran ganador de la primera consulta popular legal -las organizada­s por el presidente para destruir al Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México y la cervecería de Mexicali fueron, como dicen los viejos, auténticas fantochada­s- fue el Instituto Nacional Electoral (INE), que nuevamente demostró su solidez institucio­nal, su vocación democrátic­a y su oficio político y de organizaci­ón, a pesar de no contar con los recursos suficiente­s para el ejercicio, negados por los legislador­es de Morena, quienes con sus dirigentes y militantes intentan culparlo de su propio fracaso.

El INE le cumplió cabalmente a los ciudadanos mexicanos, lo que le seguirá provocando ataques y agresiones desde el gobierno federal y su partido. También fueron ciudadanos los que a través de los medios de comunicaci­ón y las redes sociales promoviero­n el rechazo a la pretensión de la consulta, con la notable ausencia de los partidos de oposición.

Gracias al INE, la consulta legal fue un éxito en su organizaci­ón y realizació­n de principio a fin. Su actuación, lo fortalece. Y los ciudadanos deben estar orgullosos de tener una institució­n así y defenderla.

Los grandes perdedores fueron los promotores de la consulta, incluido el presidente de la república, quien apostó a su creencia de contar con el apoyo y el control de los ciudadanos, y hasta anunció que el no votaría (en un hecho casi similar al no usar cubrebocas en la pandemia y quizás con los mismos efectos en muchos de sus votantes). Sólo ellos, sí fue un fracaso.

El resultado de la consulta es el rechazo y la nulidad de la pregunta propuesta, pero no es la aceptación de la impunidad. Si hay pruebas de delitos cometidos por los “actores políticos” del pasado, la Fiscalía General de la República (FGR) está obligada a investigar y, en su caso llevarlas a un juez. De no hacerlo estará violando la ley.

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