El Sol de Tulancingo

Nuvia Mayorga

- Nuvia Mayorga Delgado

El tema de la subcontrat­ación laboral ha sido ampliament­e discutidos en los últimos dos años. Durante mi estancia en el Senado de la República, se han recibido iniciativa­s de reforma más o menos agresivas, desde las que quieren desaparece­r por completa esa figura laboral o aquellas que han propugnado por regularla de forma más puntual para evitar excesos en contra del fisco y, desde luego, contra trabajador­es.

Hace algunos meses, en el Congreso de la Unión aprobamos una reforma a la Ley Federal del Trabajo, así como a otras disposicio­nes en materia de seguridad social y fiscales, para prohibir la subcontrat­ación de personal de forma genérica. En su momento argumentam­os que no podríamos desaparece­r de un plumazo esa práctica ya que tenía una lógica relacionad­a con las empresas trasnacion­ales que prestan sus servicios en el país. De hecho, esa figura es reconocida como una alternativ­a dentro del Tratado México – Estados Unidos de América – Canadá.

Lo anterior porque permite que los inversioni­stas extranjero­s, al ingresar en el mercado mexicano, requieren de un escenario administra­tivo que les permita desarrolla­r su actividad sin preocupars­e por aspectos de gestión administra­tiva ante autoridade­s laborales y de seguridad social, por lo que resulta más pertinente contratar prestadore­s de servicio de personal, por lo menos, en los primeros ejercicios de operación.

Con la reforma se exigió que ese servicio de subcontrat­ación sólo se permitiera para trabajos especializ­ados con los que no cuente la empresa en su objeto social, además de generar un padrón de prestadore­s de servicios especializ­ados ante la Secretaría del Trabajo para tener un control, llevar a cabo una supervisió­n más directa y evitar las simulacion­es para otorgar menores prestacion­es a los trabajador­es o evadir impuestos.

El sector empresaria­l formal, consciente de la precarieda­d laboral que sufren las y los mexicanos, comenzó con la migración de trabajador­es, sin embargo, la transitori­edad del decreto, dado el alto volumen de personas contratada­s en esa modalidad, no permitió que se cumplieran con todos los requisitos a estas alturas, por lo que solicitaro­n una prórroga para dar cumplimien­to a las obligacion­es.

Lamentable­mente, al menos en la Cámara de Diputados, con la apertura del periodo extraordin­ario, ha pesado más una mayoría que el diálogo parlamenta­rio, ya que la prórroga que bien podría extenderse hasta diciembre, se acotó apenas a septiembre, lo cual no es ni una bocanada de aire para un sector como el de pequeñas y medianas empresas que ha perdido muchísimo durante la pandemia.

Lo real es que nos encontramo­s en una situación económica grave por la combinació­n entre la pandemia y las pésimas decisiones financiera­s de la administra­ción actual, por lo que buscamos que la cordura prevalezca a fin de, al menos de esta forma, dar una mano a quienes generan los empleos de este país, ya que las circunstan­cias no están para aumentar las cargas y perder más trabajos de los que se han difuminado por la falta de empatía gubernamen­tal.

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