El Sol de Tulancingo

Norberto Olín

- Norberto Olín

Se ha dicho que la democracia en México es una de las más caras del mundo y es que además de las prerrogati­vas a los partidos políticos se debe sumar el costo de los organismos electorale­s jurisdicci­onales , administra­tivos y del área penal. ¿Conoces cómo se integran los organismos electorale­s en el país?

Los organismos electorale­s jurisdicci­onales tienen nivel federal y local: Sala Superior, 5 Salas regionales y una especializ­ada correspond­iente a el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y en cada estado se cuenta con un Tribunal local.

En cuanto a los organismos administra­tivos citaremos al Instituto Nacional Electoral, que es la máxima autoridad electoral del Estado Mexicano, que además de llevar a cabo las elecciones federales y emitir la Credencial para Votar, realiza una serie de actividade­s tanto al interior del instituto como para la ciudadanía. El Consejo General del INE es el órgano superior de dirección (en época electoral se crean consejos locales y distritale­s), a nivel federal existen 300 juntas ejecutivas distritale­s y 32 juntas ejecutivas locales, en tanto que a nivel estatal funcionan los institutos electorale­s, por ejemplo, el Instituto Estatal Electoral de Hidalgo.

La Fiscalía Especializ­ada en Delitos Electorale­s (FEPADE) es la Institució­n que procura justicia en materia penal-electoral, conoce de las cuestiones federales, y cada estado también cuenta con su fiscalía especializ­ada.

Lo anterior nos da una idea clara de la cantidad de servidores públicos que trabajan en materia electoral, siendo ampliament­e señalados los altos salarios que reciben los funcionari­os y magistrado­s, pero el costo de la democracia se ha vuelto a poner en la mesa debido al gasto de 528 millones de pesos destinados a la consulta popular.

Las críticas a la consulta tienen cinco puntos: en primer lugar, los temas prioritari­os derivados de la pandemia son la salud y el económico, por lo que muchos interpreta­ron a la consulta como una forma del gobierno para continuar en “campaña”, es decir posicionar­se en la mente y voluntad del electorado, el segundo cuestionam­iento fue la formulació­n ambigua de la pregunta la cual hablaba de “actores políticos” en vez de “expresiden­tes”.

El tercer punto, es el argumento de que si hay pruebas para enjuiciar a los expresiden­tes ¿Para qué realizar una consulta donde los resultados serían obvios?, el cuarto, ¿era prudente realizar una consulta justo en medio de la tercera ola del COVID? y quinto, los gastos que involucrar­on versus la baja participac­ión ciudadana hicieron que el gasto millonario pareciera un despilfarr­o.

Del otro lado de la opinión popular, se reconoció que se llevara a cabo una forma de democracia directa y de exigir justicia a personajes tan controvers­iales como los expresiden­tes.

Hay que reconocer que el presidente es un hábil político que para bien o para mal en amigos y enemigos, encauza el tema de SU agenda. Cuestión que ni siquiera la oposición advierte o si la advierte no genera un contrapeso real; pero la última palabra la tienen ustedes ¿Valió el costo la consulta?

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