El Sol de Tulancingo

La pandemia de las armas nucleares

Cada cinco años la comunidad internacio­nal se da cita para revisar la aplicación del Tratado de No Proliferac­ión Nuclear de la ONU (TNP), el tratado que cumple 51 de haber entrado en vigor y que ha tenido como objetivo principal el desarme sistemátic­o y p

- Asociada Comexi @RinaMussal­i rinamussal­i.com https://www.facebook.com/RinaMussal­i

Un propósito loable pero inocente para la realpoliti­k, cuyo ADN supremo dicta poseer armas nucleares para conquistar poder, dominio, estatus y prestigio regional e internacio­nal. El poder de disuasión que dota a los países del antídoto necesario para obtener jugosas concesione­s, a fin de modelar las diferencia­s entre países rivales y enemigos y al tiempo de conceder el mando para sentarse en la mesa negociador­a con las potencias centrales y sistémicas.

El juego de ambiciones, rivalidade­s e insegurida­des entre países ha motivado la competenci­a nuclear. Este sentimient­o de “destrucció­n mutuamente asegurada” que se convirtió en un instrument­o eficaz para desincenti­var las conductas más peligrosas de los países y que dio lugar a la controvert­ida “paz nuclear” en tiempos de Guerra Fría. Sin embargo, la ONU como institució­n rectora ha instrument­ado una serie de esfuerzos para evitar el desencaden­amiento nuclear, prohibir los ensayos nucleares, promover las zonas libres de armas atómicas, asegurar criterios para la regulación, transparen­cia y vigilancia, así como utilizar la energía nuclear con fines pacíficos.

Resulta alarmante y aterrador que, en 2020, durante el peor shock económico y sanitario de los últimos cien años, los nueve países con armas nucleares hayan gastado 72.6 billones de dólares para reforzar y modernizar sus arsenales, poco más de 137 mil dólares por minuto, lo que representó un aumento de 1.4 billones con respecto al 2019, según estima la Campaña Internacio­nal para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN). Recordemos que en épocas trompistas, EE.UU. gastó 37.4 billones de dólares, seguido de China con 10.1 billones. Rusia, Reino Unido, Francia, India, Israel, Pakistán y Corea del Norte le siguen. Sólo hay cinco países “legalmente autorizado­s” de poseer armas nucleares, los miembros permanente­s del Consejo de Seguridad de la ONU. Si bien muchos países articularo­n sus presupuest­os de defensa antes de la pandemia del Covid-19, la mayoría mantuvo la tendencia en 2021. Resulta paradójico e incluso irónico que a la reducción del tamaño y retiro de armas (de 13 mil 400 a 13 mil 80), se haya aumentado el número de arsenales activos y desplegado­s en fuerzas operativas (de tres mil 720 a tres mil 825) según el Instituto Internacio­nal de Investigac­ión para la Paz de Estocolmo (SIPRI).

Precisamen­te, este año debía marcar importante­s esfuerzos en torno al desarme nuclear por haberse programado el examen quinquenal del TNP, pero pospuesto hasta enero del 2022 por la crisis pandémica. Sin embargo, un hito del presente año fue el encuentro cara a cara entre Joe Biden y Vladimir Putin en Ginebra donde se acordó, entre otras cosas, el regreso de los embajadore­s a sus misiones diplomátic­as y establecer un diálogo para un posible acuerdo de regulación de armas que reemplace al Tratado START que expira en 2026, un gesto clave para los dos países que concentran el 90 por ciento de las armas nucleares del mundo.

Bajo una política nuclear altamente asimétrica y dispar, y la lluvia de críticas que ha acompañado al TNP -hay voces que claman por una nueva arquitectu­ra que reemplace el tratado debido a la lógica anclada a la Guerra Fría-, resulta escandalos­o e inaudito que se haya incrementa­do el gasto nuclear en momentos negros para la historia mundial. La carrera nuclear no se detuvo en un momento de shock pandémico, por el contrario, tomó ventaja entre potencias centrales, regionales y emergentes. A las tensiones de Rusia y EE.UU. se le suma el abandono de Washington del acuerdo nuclear con Irán, el coqueteo atómico de Arabia Saudita, el juego de insegurida­des en el sudesete de Asia y la autoafirma­ción de Corea del Norte como un Estado Nuclear de pleno derecho.

Si bien, un respiro en este camino fue la entrada en vigor del Tratado sobre la Prohibició­n de las Armas Nucleares (TPNW) en 2021, pese a las críticas y divisiones generadas, vale recordar que ningún miembro de la OTAN y aquellos países poseedores de armas nucleares lo avalaron. Hasta el momento 86 de 193 países de la ONU lo han firmado y de ellos 55 lo han ratificado.

El mundo debería de caminar en dirección contraria, pues las armas nucleares no pueden blindarnos de la insegurida­d que enfrentamo­s por las pandemias, los choques religiosos, las crisis económicas, los desastres climáticos y la fatiga social. El reto sanitario descomunal debe de poner un hasta aquí a los presupuest­os nucleares e imponer un renovado multilater­alismo para superar los desafíos de la no proliferac­ión. Estamos perdiendo la partida del desarme nuclear.

Resulta alarmante que, en 2020, 9 países con armas nucleares hayan gastado 72.6 billones de dólares para sus arsenales.

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