El Sol de Tulancingo

Quisiera ser Val Kilmer

- GERARDO GIL BALLESTERO­S twitter: @lamoviola

Me gustaría tener el dulce cinismo de hacer un documental sobre mi exitosa carrera en Hollywood, en el que deje claro que una cosa es la fama y los roles populares que me dejarán millones de dólares y otra el arte, pero a pesar de esto, no arrepentir­me de lo que he hecho.

Porque en Val (TingPoo, Leo Scott, 2020), testimonio de memoria audiovisua­l de la azarosa vida de Val Kilmer, el dolor se convierte en humanidad, ironía, cinismo y vulnerabil­idad que el espectador ve con cierto gusto culposo, ya que también se cuenta una que otra sabrosa intimidad de estrellita­s marineras.

El largometra­je documental fue uno de los platos fuertes de la pasada edición del Festival de Cine de Cannes, y así están los tiempos, su estreno llega por Amazon Prime.

Pero yo quisiera ser Val Kilmer, para usar una memoria subjetiva, grabacione­s caseras y no profesiona­les en video que guardan el testimonio de mi vida, desde mis juegos infantiles en la casa paterna en California, que consistían en recrear y actuar escenas de filmes con mis hermanos, hasta vivir la soledad y la cúspide de la fama.

Quisiera ser Val Kilmer, para contarle al espectador mi lucha para entrar a Julliard School, la prestigios­a escuela de actuación en Nueva York y consciente de mi talento y soberbia discutir con un maestro de teatro el método de una interpreta­ción antes de cumplir los 20, para acabar vestido de Batman y ser la burla de los críticos al referirse a mí como maniquí para un disfraz.

Reírme un poco de Tom Cruise pero reconocer que a lo largo de la vida ha sido un buen compañero, confesarle al espectador que el éxito de Top Gun, nos sorprendió a todos y que me harta un poco que en los aeropuerto­s, sin excepción, los pilotos me saluden y me digan Iceman y yo deba de responder con una sonrisa. Para eso quisiera ser Val Kilmer.

Pero no, no me gustaría ser Val Kimer y decirle al espectador las enormes pérdidas que he tenido en mi vida y enterarme de alguna de éstas, a punto de entrar en una obra de teatro y otras más, producto del trabajo y la fama. Contar la tragedia de los problemas con mi voz después de un cáncer y ahora tener que usar un aparato para hablar, pero decirle al espectador: “se ve peor de lo que es”, aunque sé que mi carrera en Hollywood está arruinada.

Convertirm­e en una gozosa caricatura de lo que fui y verlo con ironía, no, no me gustaría. Pero sí quisiera ser Val Kimer, pensándolo bien, para tener el sentido cinematogr­áfico de poner a Jack Kilmer –su hijo– a interpreta­rlo y darle voz en primera persona. Un poderoso recurso sentimenta­l que no se pierde a lo largo del documental.

Sí quisiera ser Val Kilmer para reflexiona­r sobre la pureza del arte y el sentido de la fama. Terminar mi carrera con el papel de Mark Twain en teatro y que una de las últimas frases de mi vida como actor sea: “el humor surge de la vergüenza, no de la alegría”. Ser así de cínico. Por eso quisiera ser Val Kimer.

¡Ah, y también se estrena la nueva película de Huevo Cartoon, Un rescate de huevitos!

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