El Sol de Tulancingo

Cruzaron la línea

LA PELEA SUSCITADA EN EL DUELO ENTRE NIZA Y MARSELLA SE UNA A UNA LARGA LISTA DE ALTERCADOS

- POR JOSÉ ÁNGEL RUEDA

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MESES FUE SUSPENDIDO EL FRANCÉS

Fui insultado miles de veces y nunca reaccioné, pero en ocasiones uno es frágil. Sólo me arrepiento de no haberlo pateado aún más fuerte. Me usaron para dar el ejemplo”

ÉRIC CANTONA

EX DELANTERO MAN UNITED

La escena parece sacada de una película. Dimitri Payet, jugador del Marsella, cae a centímetro­s de la línea de fondo, muy cerca de los ultras del Niza. La grada del Allianz Riviera está repleta. Entonces se suscita la lluvia de botellas y el volante, quien hasta hace segundos yacía inerte sobre el césped, se levanta de un tirón y encara a la multitud.

La rabia del francés no queda ahí y responde a las agresiones al devolver los embaces que le llegan disfrazado­s de proyectile­s. Entonces todo se vuelve una locura. En apenas instantes, los elementos de seguridad forman una barrera para evitar que el graderío se desborde. Fue tarde o insuficien­te, ya que algunos aficionado­s rompen el cerco. La línea divisoria entre la cancha y la tribuna, aquella que hace unos años prescindió de rejas apelando al buen comportami­ento de la gente, se ve violentada y así llegan los golpes, un capítulo más en la historia de peleas entre jugadores y aficionado­s.

Hay una imagen que la memoria tiene reservada cuando se evocan este tipo de situacione­s. En enero de 1995, Eric

Cantona, figura del Manchester United, se dirigía al vestuario luego de haber sido expulsado ante el Crystal Palace, cuando de pronto, escuchó una voz desde la grada. “Vuélvete a Francia con tu put… madre, bastardo”, fueron las palabras de Matthew Simmonds, hincha del equipo rival que se hizo célebre por provocar al que para entonces ya tenía pinta de chico malo. El delantero retrocedió unos pasos y ante el asombro del estadio repleto soltó una patada voladora que no alcanzó a conectar del todo en el cuerpo de Simmonds. Pero fue suficiente para incentivar el intercambi­o de golpes. El número 7 de los Red Devils fue retirado por elementos de seguridad y suspendido nueve meses.

Años después, en la película The United Way, confesó que de lo único que se arrepentía de esa tarde era el no haberle pegado más fuerte.

En México también hay episodios en los que la pasión se desbordó y los límites entre la cancha y la grada quedaron reducidos. Acaso uno de los más recordados involucra a Cruz Azul y a Morelia, al calor de unas semifinale­s.

Las cosas no iban para la Máquina en el estadio Morelos. Los locales habían revertido la derrota de la ida y estaban a minutos de eliminar a los azules, cuando de pronto, un aficionado ingresó a la cancha y provocar a Christian Giménez, quien no dudó en recibirlo a puñetazo limpio. La gresca no paró ahí, y derivó en otras peleas, como la que protagoniz­ó el portero Jesús Corona con el preparador físico del Morelia.

Años antes, en el 2004, en el estadio Azteca, convertido en caldera al calor de la Copa Libertador­es, la barra americanis­ta saltó las bardas para agredir a los jugadores del club brasileño, quienes segundos antes se habían visto involucrad­os en un altercado con Cuauhtémoc Blanco y Reynaldo Navia, dos de los ídolos azulcremas.

Los aficionado­s del equipo mexicano buscaron defender a los suyos, sin embargo, el acto desató una batalla campal que tuvo consecuenc­ias. El estadio fue vetado tres partidos y Blanco recibió la sanción de un año.

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Éric Cantona respondió a un insulto mientras se dirigía al vestidor, tras ser expulsado, hace ya 16 años.

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