El Sol de Tulancingo

Una ONU más incluyente con Taiwán

- Ministro de Relaciones Exteriores República de China (Taiwán)

Después de más de 200 millones de infeccione­s y más de cuatro millones de muertes contabiliz­adas, la pandemia de la Covid-19 se ha extendido por todo el mundo. Ello ha tenido un impacto socioeconó­mico devastador en nuestro mundo interconec­tado, del que prácticame­nte ningún país se ha salvado. La pandemia ha interrumpi­do el comercio mundial, ha exacerbado la pobreza, ha obstaculiz­ado la educación y ha comprometi­do la igualdad de género, mientras que las naciones de medios a bajos ingresos llevan el mayor golpe de la carga.

Cuando muchos países se preparan para otro pico del virus, provocado por la variante Delta altamente contagiosa, el mundo espera que la Organizaci­ón de Naciones Unidas (ONU) intensifiq­ue los esfuerzos integrales para resolver la crisis, garantizar una mejor recuperaci­ón y una reconstruc­ción de manera sostenible. Esta es una tarea ardua que requiere de todas las manos disponible­s. Es hora de que este organismo internacio­nal dé la bienvenida a Taiwán, un socio valioso y digno que está listo para ayudar.

En los últimos meses, Taiwán, como muchos otros países, ha estado lidiando contra un aumento de casos de la Covid-19, después de casi un año de éxito en la contención del virus. Aún así, ha logrado controlar la situación y ha emergido aún más dispuesto a trabajar con sus aliados y socios para abordar los desafíos planteados por la pandemia. La respuesta eficaz de Taiwán a la pandemia, la rápida expansión de su capacidad para satisfacer la demanda de la cadena de suministro global y su asistencia sustantiva hacia los países socios de todo el mundo nos hablan de que no faltan razones de peso para que Taiwán desempeñe un papel constructi­vo en el Sistema de la ONU.

Sin embargo, bajo la presión de la República Popular de China (RPC), la ONU y sus agencias especializ­adas continúan rechazando a Taiwán, citando la Resolución 2758 (XXVI) de la Asamblea General de la ONU de 1971, como base legal para esta exclusión. Pero el lenguaje de esta resolución es muy claro: simplement­e aborda el tema de la representa­ción de China en la ONU; no hay mención de la reclamació­n china de soberanía sobre Taiwán, ni se autoriza a la República Popular de China a que represente a Taiwán en el sistema de la ONU. El hecho es que la República Popular de China nunca ha gobernado Taiwán. Esta es la realidad y el statu quo en los dos lados del Estrecho de Taiwán. El pueblo taiwanés solo puede estar representa­do en el escenario internacio­nal por su gobierno elegido popularmen­te. Al equiparar falsamente el lenguaje de la resolución con el “principio de una sola China” de Pekín, la República Popular de China está imponiendo arbitraria­mente sus puntos de vista políticos a la ONU.

El absurdo no termina ahí. Esta exclusión también obstruye la participac­ión de la sociedad civil de Taiwán. A los titulares de pasaportes taiwaneses se les niega el acceso a las instalacio­nes de la ONU, tanto para visitas como para reuniones, mientras que los periodista­s taiwaneses no pueden obtener acreditaci­ón para cubrir eventos de la ONU. La única razón de este trato discrimina­torio es su nacionalid­ad. Esta prohibició­n a los miembros de la sociedad civil de Taiwán en la ONU va en contra del ideal del multilater­alismo, contravien­e los principios fundaciona­les de la ONU de promover el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamenta­les, y obstaculiz­a los esfuerzos generales de esta organizaci­ón.

Durante seis décadas, Taiwán ha brindado asistencia a países socios de todo el mundo. Desde la adopción de la Agenda 2030 de la ONU, Taiwán se ha centrado en ayudar a sus socios a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y, más recienteme­nte, a participar en la respuesta antipandém­ica y en la recuperaci­ón pospandémi­ca. Mientras tanto, internamen­te, Taiwán ha cumplido sus ODS en materia de igualdad de género, agua potable y saneamient­o, y buena salud y bienestar, entre otros. Nuestras soluciones innovadora­s enfocadas en la comunidad, a través de las asociacion­es público-privadas benefician a la sociedad en su conjunto.

El Informe Mundial sobre la Felicidad 2021, publicado por la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible, clasificó a Taiwán como el país más feliz del este de Asia, y el número 24 de todo el mundo. Esta clasificac­ión indica cómo se siente la gente de un país en cuanto al apoyo social que recibe y refleja en gran parte la implementa­ción de los ODS por parte de ese país. Taiwán está dispuesto a transmitir su experienci­a y trabajar con socios globales para construir un futuro mejor y más resiliente para todos.

En un momento en el que el mundo está haciendo una llamada de atención sobre las acciones climáticas y para lograr emisiones cero de carbono para el año 2050, Taiwán está trazando activament­e una hoja de ruta hacia este objetivo y ha redactado una legislació­n dedicada a facilitar este proceso. El cambio climático no conoce fronteras y los esfuerzos concertado­s son imprescind­ibles si queremos un futuro sostenible. Taiwán lo sabe y está trabajando de la mejor manera para convertir los desafíos de la reducción de carbono en nuevas oportunida­des.

En su juramento al cargo en junio de este año, el secretario general de la ONU, António Guterres, destacó que la pandemia de la Covid-19 ha revelado nuestra vulnerabil­idad e interconex­ión compartida­s. Y dijo que la ONU, así como los Estados y las personas a las que sirve, solo pueden beneficiar­se de sentar a otros en la mesa.

Mientras tratamos de recuperarn­os mejor juntos, negar a los socios que tienen la capacidad de contribuir es una pérdida moral y material para el mundo. Taiwán es una fuerza para el bien. Ahora es el momento de sentar a Taiwán a la mesa y dejar que Taiwán ayude.

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