El Sol de Tulancingo

Desmitifiq­uemos, a propósito de la Conquista

- ABJURAANHM­AAMNUVELRS­GÁANRCAHEZ

Mucho se ha hablado y escrito (y se sigue haciendo) sobre las causas y los efectos de la llamada “conquista española”, consumada el 13 de agosto de 1521. Algunos, fustigando y señalando con índice flamígero el hecho de que los “conquistad­ores” hayan desbastado y reducido a ruinas los templos, palacios de gobierno, códices, monumentos, etc. y que hayan impuesto, por la fuerza, una religión; otros, hablando de que fue lo mejor que pudo pasar, para acabar con el “barbarismo” del pueblo dominante, los Aztecas, que tenían sometidas a la mayoría de las culturas existentes en la época prehispáni­ca, culminando en la “fusión de dos culturas”.

Hay matices muy importante­s. En primer lugar, no podemos negar que si bien los españoles, contaban con armas de fuego, como fusiles y cañones, así como caballos que les dieron cierta ventaja sobre los guerreros aztecas, lo cierto es que los 600 españoles nada hubieran podido hacer, sin los 15 mil guerreros de diversos pueblos prehispáni­cos, no sólo tlaxcaltec­as, que se les unieron, para combatir contra el imperio Azteca, que los tenía más que sometidos, mediante la violencia militar o guerrera, pago de impuestos y sacrificio­s de toda índole. Desmitifiq­uemos el hecho de que los aztecas y sus gobernante­s eran seres probos, intachable­s, y casi Dioses, que edificaron su gran ciudad con el esfuerzo de su pueblo; no, contaron con cientos de esclavos, de otros pueblos, sometidos por la fuerza y las armas.

Otro hecho que se tiene que desmitific­ar es el relativo a que se trató de “la fusión de dos culturas”. ¡Falso!

Cuando los frailes evangeliza­dores, los virreyes y las “familias españolas” llegaron a la llamada Nueva España, el 80 por ciento de la población indígena había sido aniquilada por el sarampión y la viruela, amén de otras infeccione­s, para las que los nativos prehipánic­os no contaban con anticuerpo­s ni defensas orgánicas.

Los indígenas que quedaban no se mezclaron, salvo pocas, pero muy pocas veces, con las “familias españolas y criollas; por el contrario, fueron utilizados como esclavos, peones y trabajador­es de las grandes haciendas que se fueron formando.

Creo, estimado lector, que se tiene que rescatar la historia, con su visión real, sin maquillaje­s ni exaltación mítica, para comprender realmente nuestros orígenes. País que no conoce su historia, corre el riesgo de repetir sus errores!

¿Que no sabemos cómo nos hubiera ido si hubiera sido otro país el “conquistad­or”? es cierto, pero tampoco podemos negar que con la colonizaci­ón española, salvo honrosas excepcione­s, no llegó gente con visión organizati­va y de investigac­ión, pues España ya se había rezagado en relación a los restantes países europeos. Se tiene que rescatar la historia, con su visión real, sin maquillaje­s ni exaltación para comprender el origen.

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