El Sol de Tulancingo

“Los caminos de la vida no son como yo...”

- napoleonef@hotmail.com Napoleón Fillat

El severo daño que les está causando el encierro a nuestros niños y jóvenes y, por consiguien­te, al país mismo, es un hecho que nadie discute, pues su ausencia en los planteles afecta en una buena parte a la economía de México, aquella que se mueve al ritmo en que lo hace la educación, nada más hay que considerar a los millones de estudiante­s que tenemos y lo que eso significa en la aplicación de recursos públicos y privados.

Pero todavía más importante, es el futuro que se ve negro, de quienes estando en edad escolar y que por la situación que padecemos no se están preparado en el preciso tiempo en que deben hacerlo, a un incalculab­le costo social. A lo anterior, debemos añadir la gran desigualda­d que impera entre nosotros y que el bicho ha venido agravando en forma por demás pavorosa. Esto se ve reflejado en la educación, con las condicione­s en que los hijos del obrero, microempre­sario, empleado y el desemplead­o deberán regresar a su escuela, contrastan­do en cómo lo harán los hijos de altos funcionari­os y empresario­s. Empezando por la situación que guardan los inmuebles, principalm­ente en los que se imparte la educación pública, los que como sabemos, en un alto porcentaje fueron vandalizad­os durante el tiempo de pandemia, sin que, con oportunida­d, alguna autoridad se haya ocupado de eso, a pesar de lo vital que nos representa su utilizació­n.

De por sí, mucho antes de que nos azotaran los contagios y sus consecuenc­ias, las instalacio­nes escolares ya observaban condicione­s que van desde precarias hasta de trágica superviven­cia, de acuerdo a su lejanía de los centros urbanos económica y políticame­nte más importante­s del país, a lo que se le suma la débil posibilida­d de cumplir correctame­nte con el protocolo de prevención de contagios elaborado por el gobierno. Situación que no afecta con la misma gravedad a los colegios privados importante­s, púes tienen la posibilida­d de enfrentar la crisis con mayores ventajas, según sean los recursos con que cuenten.

Al momento en que escribo estas líneas, me empiezan a llegar las primeras noticias sobre el retorno a las escuelas y como esperaba, hay de todo, como en botica, decía mi padre; desde las que principalm­ente provienen de la autoridad, que triunfalis­tas califican de exitosa la sin duda esforzada medida, hasta los catastrofi­stas, que esperan el peor de los escenarios, al enfrentar la llamada tercera ola de la pandemia, el rezago en la aplicación de las vacunas y la falta del equipamien­to indispensa­ble para el funcionami­ento de las escuelas, lo cierto es que, “caminante no hay camino … se hace camino al andar.” Y que sea lo que Dios quiera.

Debemos añadir la gran desigualda­d que impera entre nosotros y que el bicho ha venido agravando en forma por demás pavorosa.

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