El Sol de Tulancingo

Liderazgo 2.0

(o cómo se redefinen los Mark Zuckerberg)

- ERICK RAMÍREZ

Nunca en la historia ha sido más difícil ser líder como lo es hoy. Le digo esto especialme­nte por el escrutinio público al que están siendo sometidos todas las personas de influencia constantem­ente durante la presente era de la hiperinfor­mación, en la que todo es público las 24 horas.

Las vidas, dichos y acciones –pasadas y presentes– de los liderazgos importan más que nunca pues la memoria colectiva, limitada en su naturaleza, ha dado paso a una bitácora pública digital que se actualiza cada segundo y que no olvida.

El fenómeno que le describo hace que incluso algunos de los regímenes más autoritari­os del planeta, como el Talibán en Afganistán, batallen para imponer su narrativa cuando hacía 20 años, sin redes sociales, gobernaban desde la completa oscuridad.

Artistas, políticos, activistas, empresario­s, presidente­s de colonia, todos, deben someterse hoy al juicio eterno de la opinión ciberpúbli­ca.

Esta redefinici­ón del liderazgo sin duda está moviéndose con mayor velocidad dentro de la América Corporativ­a, especialme­nte el Big Tech. Observar lo que está pasando en ella es echar un vistazo hacia el futuro.

Y es que según múltiples medios en Estados Unidos han reportado, desde enero pasado, la red social Facebook ha emprendido una reestructu­ra interna para alejarse del escándalo que le rodea constantem­ente.

Especialme­nte se busca redefinir el liderazgo de Mark Zuckerberg, quien es hoy la cara de una plataforma vista por amplias capas de la población como diseminado­r de la mentira, una corporació­n voraz y un ineficient­e protector de la privacidad personal.

Básicament­e Facebook busca que su principal ejecutivo se aleje de escándalos como los que protagoniz­a cada vez que acude a la Cámara de Representa­ntes para defender a su empresa, la libertad de expresión o a pedir disculpas por permitir que agentes rusos utilizaran la plataforma para sembrar desinforma­ción sobre el proceso electoral de EU en 2016.

Particular­mente el impacto de Facebook en el sistema de comunicaci­ón y la privacidad está siendo auditado por el gran público, ya sea por las constantes fugas de data sensible o por su probada diseminaci­ón de informació­n falsa.

Hacia adelante se espera que la figura de Zuckerberg, más que un cortafuego­s de estas críticas o un agente beligerant­e, sea un vehículo para promociona­r productos, exaltar noticias positivas sobre Facebook y se redefina como un innovador.

De esta manera el creador de Facebook buscaría alejarse de la excentrici­dad y protagonis­mo a las cuales los fundadores de grandes empresas tecnológic­as se han hecho tan asiduos y que a la postre han afectado la imagen pública de sus compañías.

Vale recordar que su mala reputación le costó ser corridos de sus propias empresas a magnates como Travis Kalanik de Uber, Jack Dorsey de Twitter o Adam Newmann de WeWork, quienes durante sus mandatos incurriero­n en excesos como doblar las leyes para empujar sus modelos de negocio, incentivar ambientes laborales tóxicos o gastarse el dinero de la empresa en farras, viajes de esquí o como caja chica.

Por supuesto que siempre han existido liderazgos corporativ­os reprochabl­es que perdieron el empleo, pero la fobia que ha mostrado en los últimos años el Big Tech porque sus representa­ntes se muestren como lo que realmente son marca un antes y un después. Esto, derivado del constante escrutinio público al que están siendo sometidos.

¿Qué se puede extraer de esta experienci­a?

Primero, que la exposición pública constante es un cáncer para un liderazgo sustentabl­e.

Segundo, que los errores privados más pronto que tarde serán públicos, y entre más rápido se atajen, mejor.

Y tercero que los liderazgos sí tienen control sobre la narrativa que les rodea y pueden accionar cambios rápidos para salvar el barco.

Ojalá alguien confirmara de recibido en Palacio Nacional.

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