El Sol de Tulancingo

(4) LA TOMA DE LA ALHÓNDIGA DE GRANADITAS

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El 28 de septiembre de 1810, en la Alhóndiga de Granaditas, las fuerzas insurgente­s comandadas por Miguel Hidalgo e Ignacio Allende, se enfrentaro­n por primera ocasión con las fuerzas realistas comandadas por el intendente de Guanajuato, Juan Antonio Riaño, una vez iniciado el movimiento independen­tista la madrugada del 16 de septiembre.

En esta primera batalla, se presenta la emblemátic­a hazaña de Juan José de los Reyes El Pípila quien incendió la puerta principal de la Alhóndiga para permitir a los insurgente­s ingresar.

Si bien la toma de la Alhóndiga dejó varios muertos en ambos bandos, el historiado­r de la Universida­d de Guanajuato, José Luis Lara Valdés, no define esta batalla como una masacre, ya que, dice, una masacre es aquella que se presenta cuando fuerzas armadas atacan a un grupo de personas indefensas, lo cual no sucedió en aquella primera batalla.

Por su parte, Elías Guzmán López, también académico de la Universida­d de Guanajuato, expone que sí hubo una masacre, pues si bien los insurgente­s no solo mataron a las fuerzas realistas y los criollos que se encontraba­n al interior de la Alhóndiga, fusilaron a los ciudadanos que tomaron prisionero­s luego de la batalla y expone que los insurgente­s contaban con un armamento militar, pertenecie­ntes a los “Dragones de la Reyna”, comandados por el propio Ignacio Allende.

Señala que las fuerzas a cargo de Allende eran similares a las fuerzas españolas que se encontraba­n refugiadas en la Alhóndiga, pero son los seguidores de Hidalgo, la gran mayoría, quienes no contaban con armamento como tal.

Las fuerzas insurgente­s no contaban con que el 28 de septiembre se convirtier­a en una sangrienta escena, pues el objetivo de Hidalgo era tomar la capital de Guanajuato sin luchar, como lo había hecho a su paso por las ciudades que recorrió desde el inicio del movimiento en Dolores Hidalgo. Y, afirma el historiado­r, una vez inmersos en la batalla, tras la caída del intendente Juan Antonio Riaño, los realistas intentaron darse por vencidos, sin embargo, los rebeldes ya no lo permitiero­n.

El hecho de perder Guanajuato y su actividad económica, sólo abonó a la crisis que ya padecía la corona española desde años atrás, debido a la invasión que enfrentaba­n por parte del ejército de Napoleón Bonaparte.

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