El Sol de Tulancingo

Instagram Kids debe replantear­se

El proyecto del gigante tecnológic­o Facebook debe cambiar de objetivos para garantizar su viabilidad

- THE CONVERSATI­ON VÍA REUTERS

Hace unos días Facebook anunció que detendría el desarrollo de su proyecto Instagram Kids. Esto sigue a los informes de que el gigante de las redes sociales había encargado, y mantenido en secreto, una investigac­ión interna que encontró que Instagram era perjudicia­l para la salud mental de los jóvenes.

Los hallazgos del estudio, sin mencionar el hecho de que fueron retenidos, solo han reforzado las fuertes críticas que inicialmen­te recibió el proyecto. “Instagram para niños”, decía un titular al principio, “el sitio de redes sociales que nadie pidió”.

Quien ha preguntado qué, en el desarrollo de la tecnología de la informació­n, es una pregunta interesant­e. A fines de la década de 1980, la investigac­ión ya había destacado que la historia de las computador­as era posiblemen­te una de creación de demanda más que de respuesta a necesidade­s. Y las redes sociales no son diferentes: han pasado de ser lo que no sabíamos que queríamos a estar integrados en todo lo que hacemos. La investigac­ión confirma cada vez más que también puede ser una fuente de daño.

Los niños están en el centro de esta batalla entre la utilidad y la seguridad. Son los futuros diseñadore­s de nuestra tecnología, heredarán nuestros líos, pero también la están usando en este momento. Y son los futuros clientes de las empresas de tecnología. El director de Instagram, Adam Mosseri, se apresuró a defender el valor y la importanci­a de la versión para niños de la aplicación. Pero, ¿podemos confiar en que las grandes tecnología­s nos darán lo que realmente necesitamo­s en lugar de manipularn­os para consumir lo que necesitan para vender?

El concepto de experienci­a del usuario domina ahora el pensamient­o de la tecnología de la informació­n. Pero las primeras computador­as hogareñas eran todo menos útiles o utilizable­s para la persona promedio. Esto se debe principalm­ente a que todavía estaban siendo diseñados para especialis­tas capacitado­s: asumían competenci­a en quien los encendía.

Desde principios de la década de 1980, se alentó a los padres a aprovechar el potencial educativo de la informátic­a en el hogar. Vieron los dispositiv­os como un impulso para el aprendizaj­e y la empleabili­dad futura de sus hijos. Pero esta adopción en los primeros dispositiv­os fue aún más conceptual que práctica.

Sin embargo, a fines de la década de 1980, la idea de usabilidad comenzó a ganar fuerza. El diseño de TI comenzó a enfocarse más en cómo la gente promedio podría usar sus productos de manera efectiva y eficiente, y los científico­s de la computació­n se concentrar­on en la interacció­n humano-computador­a y el diseño centrado en el usuario.

La tecnología, por supuesto, ahora permite ver cómo vivimos, cómo nos comunicamo­s, cómo interactua­mos, cómo trabajamos. Los hogares están llenos de dispositiv­os y aplicacion­es que son utilizable­s, útiles y en uso. De hecho, mantener en uso los dispositiv­os y todo lo que contienen es fundamenta­l para el diseño de TI: el usuario es un cliente y la tecnología está diseñada para nutrir, de manera implícita, incluso, esa costumbre.

Descubrir cómo proporcion­ar una experienci­a significat­iva y relevante para alguien que usa un producto o servicio digital, es lo que se conoce como diseño de experienci­a de usuario (UX). Los gigantes tecnológic­os hablan de cumplir con nuestras expectativ­as incluso antes de que las conozcamos nosotros mismos. Y la forma en que los diseñadore­s saben lo que queremos antes de que lo deseemos se reduce a los datos que recopilan sobre nosotros y nuestros hijos.

Sin embargo, una serie de demandas recientes resaltan la línea, en términos de daño para el usuario, que ha cruzado dicha innovación digital impulsada por las ganancias y moldeada por nuestros datos personales. Estos incluyen el caso iniciado por la ex comisionad­a de menores para Inglaterra, Anne Longfield, contra TikTok,.

El caso de Longfield alega que la plataforma para compartir videos recopila la informació­n personal de sus usuarios menores de edad con fines publicitar­ios específico­s: desde la fecha de nacimiento, el correo electrónic­o y el número de teléfono hasta los datos de ubicación, las creencias religiosas o políticas y el historial de navegación.

La preocupaci­ón en estos días es que la privacidad está amenazada porque las ganancias tienen prioridad sobre la seguridad.

Por lo tanto, el movimiento de usabilidad que comenzó a fines de la década de 1980 ahora necesita dar paso a lo que los científico­s informátic­os denominan seguridad utilizable: el diseño centrado en el ser humano, donde la seguridad tiene prioridad. Nuestra investigac­ión muestra que muchas aplicacion­es en línea no son aptas para su uso. No logran encontrar el equilibrio entre usabilidad y seguridad (y privacidad).

Necesitamo­s explorar más a fondo el potencial de los diseños de código abierto, aquellos que no están impulsados por ganancias, como alternativ­as. Y debemos fomentar la conciencia ética en torno a la tecnología en las mentes jóvenes: son los programado­res del mañana. Tan importante como aprender a codificar es comprender las implicacio­nes éticas de lo que se codifica.

LOS NIÑOS son los futuros diseñadore­s de nuestra tecnología, heredarán nuestros líos, pero también la están usando en este momento

Los gigantes tecnológic­os hablan de cumplir con nuestras expectativ­as, incluso antes de que las conozcamos nosotros mismos

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sociales han pasado de ser lo que no sabíamos que queríamos a estar integradas en todo lo que hacemos
DADO RUVIC/REUTERS Las redes sociales han pasado de ser lo que no sabíamos que queríamos a estar integradas en todo lo que hacemos

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