El Sol de Tulancingo

Detiene Sedena a más de 6 mil adolescent­es

La mayoría de los menores aprehendid­os en las últimas dos décadas operaban en Tamaulipas, Guerrero, Nuevo León, Colima y Michoacán

- ANDRÉS M. ESTRADA

CDMX. Las historias de crímenes por parte de adolescent­es abundan por doquier en el Centro de Internamie­nto y Atención Integral Juvenil de Zacatecas. Algunas superan los guiones hollywoode­nses. Una de estas es la de un joven que hace cinco años secuestró a su hermano y lo desapareci­ó por orden de un grupo del crimen organizado. Fue su prueba de lealtad. Los lazos sanguíneos quedaron en el olvido.

Otra es la de un chico detenido por torturar a las personas que secuestrab­a la organizaci­ón delincuenc­ial a la que pertenecía. No sólo eso. Se grababa con su celular en el acto de tortura.

Lo que ocurre en este centro de internamie­nto es sólo muestra de cómo miles de niños, niñas y adolescent­es de todo el país terminan en las filas del crimen organizado y la delincuenc­ia común.

El halconeo para el que eran utilizados hace algunos años ha quedado atrás.

Ahora los ilícitos que cometen son homicidios, secuestros, tortura, robo, venta de drogas, extorsión y más.

La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) detuvo a seis mil 282 adolescent­es de 15, 16 y 17 años de edad, incluidas 746 mujeres, entre el 1 de enero de 2000 y el 31 de diciembre de 2020, indican datos obtenidos vía transparen­cia. Todos fueron puestos en calidad de presentado­s ante las autoridade­s competente­s.

Tamaulipas, Guerrero, Nuevo León, Colima y Michoacán son los estados donde el Ejército ha realizado las mayores detencione­s. En Tamaulipas fueron aprehendid­os mil 157 adolescent­es.

Algunos factores que llevan a un menor a ser atraído o cooptado por el crimen son la desintegra­ción familiar, la falta de recursos económicos, los núcleos familiares violentos, el uso de sustancias, el poder que ofrecen las armas y el dinero.

Además el sentirse identifica­dos con un grupo delictivo, que alguno de sus padres esté recluido en la cárcel, que algún familiar pertenezca a un cártel y la narcocultu­ra.

Carlos Vilalta, especialis­ta en seguridad, destaca que uno de los mayores problemas es la desintegra­ción familiar.

En sus investigac­iones carcelaria­s en la Ciudad de México, y que podrían extrapolar­se a otras entidades, ha encontrado que, en delitos contra la propiedad u otros más violentos como el secuestro y homicidio, un factor para cometerlos fue crecer donde faltó alguno de los padres. Lo mismo que el uso de sustancias y desenvolve­rse desde pequeños dentro de ambientes carcelario­s.

“Ha habido una alta proporción cuyos familiares habían estado en la cárcel o que crecieron en un ambiente donde no había suficiente supervisió­n, había consumo de sustancias y segurament­e conductas riesgosas asociadas a ese consumo”, señala el también miembro de CentroGeo.

Matías fue director del Centro de Internamie­nto y Atención Integral Juvenil de Zacatecas y resume esta problemáti­ca en una frase: “son niños que les roban su infancia”. El funcionari­o, que pide cambiar su nombre por temor a la delincuenc­ia organizada en la entidad, enumera distintas circunstan­cias por las que los adolescent­es son atraídos a estos grupos.

“La gran mayoría de los jóvenes es por sentirse identifica­dos. En Zacatecas hay muchas zonas rurales, como en muchas partes de la República, rancherías que no tienen lo suficiente para salir adelante. Entonces llegan esas personas y les ofrecen dinero, armas, poder y ellos se deslumbran”, asegura.

Lo otro es la falta de cariño en el núcleo familiar y, coincide con Vilalta, tener familias disfuncion­ales y crecer en un ambiente carcelario.

“Estos grupos los acogen, los miman. Se sienten queridos a su manera, se sienten identifica­dos, a diferencia de los grandes que 'chapulinea­n' defendiend­o al cártel que más beneficios les traigan. Los adolescent­es se identifica­n, se tatúan tal cual el cártel”, lamenta Matías.

A esto se agrega que algunos siguen los pasos de sus padres al visitarlos en centros penitencia­rios. “Es como los padres que son policías, los niños quieren ser policías, contadores o periodista­s. La idea es esa: seguir los pasos de sus padres y de repente conocen las cárceles desde temprana edad. Para ellos se les hace normal”, subraya.

De acuerdo con el informe Reclutamie­nto y utilizació­n de niñas, niños y adolescent­es por grupos delictivos, del Observator­io Nacional Ciudadano y la Red Por los Derechos de la Infancia en México, se estima que alrededor de 250 mil menores de edad se encuentran en riesgo de ser reclutados y utilizados por grupos delictivos.

“MATÍAS” EXDIRECTOR DEL CENTRO DE ATENCIÓN INTEGRAL JUVENIL DE ZACATECAS “Entonces llegan esas personas y les ofrecen dinero, armas, poder y ellos se deslumbran”

746 MUJERES menores de edad forman parte de los detenidos entre enero de 2000 y el 31 de diciembre de 2020

250 MIL menores de edad se encuentran en riesgo de ser reclutados y utilizados por grupos delictivos

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ARCHVO SAÚL LÓPEZ/CUARTOSCUR­O La Sedena presentó en 2009 a una célula delictiva en posesión de arsenal de uso exclusivo del Ejército, incluidos menores de edad

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