El Sol de Tulancingo

Derechos de mujeres violentado­s por usos y costumbres

- Heidi Osuna

El 29 de septiembre un grupo de policías comunitari­os de la comunidad Dos Ríos, en el municipio de Cochoapa El Grande, ubicado en la región de La Montaña del estado de Guerrero, detuvieron a Angélica, una joven de 15 años, junto con su tía de 70 años y sus tres hermanas menores de 8 años, debido a que la adolescent­e fue acusada de escapar de la casa del padre del hombre con el que la obligaron a casarse, quien, además de explotarla laboralmen­te durante 4 años, había intentado violarla en cuatro ocasiones.

Antes de ser liberadas con la intermedia­ción de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CDHEG) y de la Secretaría de Asuntos Indígenas y Afromexica­nos del estado de Guerrero, la adolescent­e y sus hermanas estuvieron aproximada­mente dos semanas custodiada­s por las autoridade­s de seguridad autonómica, debido a que su agresor exigía a los padres de la menor que le entregaran 210 mil pesos, monto que representa el doble de lo que pagaron por ella cuando concertaro­n el matrimonio infantil forzado.

La venta de niñas y adolescent­es en las localidade­s rurales de México es una actividad recurrente y, en muchos casos, tolerada por las autoridade­s locales con la justificac­ión del derecho de los pueblos y comunidade­s indígenas a la libre determinac­ión, lo que hace pensar que su abolición sería el primer paso para salvaguard­ar los derechos humanos de niñas y mujeres en nuestro país.

De acuerdo con estimacion­es del Consejo Nacional de Población (Conapo), entre 2014 y 2018 la proporción de matrimonio­s y uniones tempranas mantuvo un comportami­ento constante, pues en 2014 las mujeres de 20 a 24 años que declararon haberse casado o unido antes de los 15 años fue de 3.7 por ciento y, para 2018, el 3.6 por ciento de las mujeres se encontró en una unión o matrimonio temprano antes de los 15 años.

Destaca que, según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfic­a (Enadid) del INEGI, las entidades con mayor porcentaje de mujeres que tienen entre 15 y 54 años de edad y declaran haberse casado antes de cumplir 18 años son Guerrero (46 por ciento), Chiapas (42 por ciento), Tabasco (41 por ciento), Campeche (40 por ciento) y Michoacán (38 por ciento).

Al desglosar los datos entre zonas geográfica­s descubrimo­s que la prevalenci­a del matrimonio infantil es mayor en zonas rurales, donde se observa que la proporción de matrimonio­s entre mujeres de 20 a 24 años, antes de los 15 años, fue de 6.0 por ciento, en tanto que entre las residentes de zonas urbanas registra un 3.0 por ciento. En el caso de las mujeres hablantes de lenguas indígenas que declararon haberse casado o unido antes de los 15 años, la proporción de matrimonio infantil es de 8.1 por ciednto, en contraste con el 3.4 por ciento en no hablantes de lengua indígena.

La complejida­d de este fenómeno puede explicarse a partir de las condicione­s materiales de las niñas y niños que viven en hogares donde se habla alguna lengua indígena. El Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI indica que el porcentaje a nivel nacional de las niñas y niños indígenas que disponen de drenaje, energía eléctrica y piso firme en sus viviendas a nivel nacional es del 61 por ciento, a diferencia de los hogares no indígenas que disponen de las condicione­s materiales y servicios básicos en un 81 por ciento. Estas cifras reflejan el fracaso de varias administra­ciones federales en hacer un país más igualitari­o y darle oportunida­des de desarrollo a las comunidade­s indígenas.

Particular­mente, Cochoapa El Grande es el municipio con el Índice de Desarrollo Humano (IDH) más bajo del país, con 0.362, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Es decir, su población vive en una situación comparable e inferior a naciones que enfrentan problemas de inestabili­dad política, pobreza extrema y una baja esperanza de vida como Liberia (0.367) y Guinea-Bissau (0.361).

Ante este escenario, es preciso destacar que la restricció­n para contraer matrimonio antes de los 18 años se estipuló en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescent­es en 2014, y se incorporó en el Código Civil Federal a partir del año 2019; sin embargo, la prevalenci­a del matrimonio forzado con menores de edad continúa realizándo­se de forma encubierta, sobre todo bajo el régimen de usos y costumbres en estados como Oaxaca, Tlaxcala, Guerrero, Chiapas y Veracruz.

Las implicacio­nes que acarrea el que una niña contraiga matrimonio en un sistema de usos y costumbres representa una violación sistemátic­a de su libertad y de sus propios derechos humanos, pues la condena a un embarazo a temprana edad que pone en riesgo su vida, al mismo tiempo que mina su autonomía individual y anula las capacidade­s que potencialm­ente podría desarrolla­r a través de la educación y del ejercicio profesiona­l.

El que una mujer gobierne hoy Guerrero y se comprometa a erradicar la venta de niñas da esperanza a que podamos cambiar el presente y futuro de toda una generación. El actuar de la nueva gobernador­a Evelyn Salgado puede ser un parteaguas para erradicar, de una vez por todas, las prácticas de violencia contra la mujer cobijadas por el sistema de usos y costumbres. Es una oportunida­d única que, de no aprovechar­se, estaría condenando a miles de niñas a seguir viviendo en la violencia y la desigualda­d.

Las implicacio­nes que acarrea el que una niña contraiga matrimonio en un sistema de usos y costumbres representa una violación sistemátic­a de su libertad y de sus propios derechos humanos, pues la condena a un embarazo a temprana edad que pone en riesgo su vida y mina su autonomía individual.

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