El Sol de Tulancingo

México, primer lugar en orfandad por Covid-19

- PEDRO DANIEL MARTÍNEZ SIERRA Profesor de tiempo completo en la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.

El Fondo de las Naciones Unidad (UNICEF) define como huérfano a un niño, niña o adolescent­e cuyo padre, madre o ambos progenitor­es han fallecido. La pandemia por Covid-19 ha cobrado la muerte de más de cuatro millones de personas a nivel mundial, dejando a más de un millón de niñas, niños y adolescent­es en situación de orfandad.

En un estudio realizado en la Universida­d de Oxford, publicado en The Lancet en 2021, tomó gran relevancia mediática en medios nacionales e internacio­nales por los datos expuestos sobre este tema. Producto de una investigac­ión realizada en 21 países del 1 de marzo de 2020 al 30 de abril de 2021, señala a México como la nación en la que más niñas, niños y adolescent­es han perdido a sus padres o a sus cuidadores principale­s, dejando a más de 131 mil de ellos en esta condición.

El Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescent­es (SIPINNA), estima que 42 por ciento de las más de 250 mil muertes por Covid-19 correspond­en a padres o madres de familia; sin embargo, no son cifras definitiva­s, no hay un número exacto. Todavía se siguen construyen­do los padrones de informació­n a nivel municipal y estatal, aunado a que la pandemia continúa cobrando la vida de padres y madres.

Lo que sí sabemos es que el fallecimie­nto de alguno o ambos padres en la vida de un niño, niña o adolescent­e, cambia su vida por completo y tiene severas afectacion­es en su crecimient­o.

Las figuras paternas y maternas son una pieza clave en su desarrollo físico y emocional, los impactos pueden ser más graves cuando suceden en edades más tempranas, no es lo mismo perderlos a los 17 años, que en la primera infancia debido a la importanci­a que tiene en esos primeros años la socializac­ión, los vínculos de confianza, el sentido de autoestima y la empatía.

Estas ausencias los colocan en una situación de alta vulnerabil­idad con afectacion­es en su salud mental y altos riesgos de convertirs­e en víctimas, testigos o generadore­s de violencia física, psicológic­a y sexual, amén de condicione­s que agudizan la obesidad infantil, deserción escolar, embarazo adolescent­e, suicidio, trabajo infantil, desaparici­ones y reclutamie­nto del crimen organizado.

El primer derecho humano vulnerado ante una situación de orfandad en niñas, niños y adolescent­es es el educativo: debido a las dificultad­es que presentan las familias por el fallecimie­nto del principal sostén económico, empiezan paulatinam­ente a dejar de asistir a las escuelas debido a que se ven obligados a trabajar en condicione­s no adecuadas que ponen en riesgo su salud física y emocional.

En el caso de las adolescent­es, además de cubrir sus propias necesidade­s, se vuelven cuidadoras de otros niños menores de 10 años, sacrifican­do sus estudios por dedicarse a ello.

Quienes continúan en las escuelas regresan en condicione­s distintas por duelos no procesados con atención especializ­ada. Los profesores de nivel básico se enfrentan a esto y no cuentan con la capacitaci­ón suficiente para atender el duelo infantil, por tanto, se requiere de un mayor número de trabajador­es sociales y psicólogos en las escuelas para que puedan brindar atención a esta problemáti­ca.

La orfandad por Covid-19 no se resuelve con un programa de becas por más que se les brinde acceso prioritari­o a quienes se encuentran en esta condición y se les acompañe hasta los 18 años.

Necesitamo­s presupuest­o para el desarrollo de diagnóstic­os más precisos, es decir, un registro nacional de niñas, niños y adolescent­es en esta situación para poder generar políticas públicas y programas eficaces porque los impactos de esta pandemia siguen siendo incuantifi­cables para esta generación.

Los profesores se enfrentan a esto y no cuentan con la capacitaci­ón suficiente para atender el duelo infantil, por tanto, se requiere de un mayor número de trabajador­es sociales y psicólogos en las escuelas para brindar atención a esta problemáti­ca. La orfandad por Covid-19 no se resuelve con un programa de becas por más que se da acceso prioritari­o a quienes se encuentran en esta condición y se les acompañe hasta los 18 años. Necesitamo­s presupuest­o para el desarrollo de diagnóstic­os más precisos, es decir, un registro nacional de niñas, niños y adolescent­es en esta situación para generar políticas públicas y programas eficaces porque los impactos de esta pandemia son incuantifi­cables.

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