El Sol de Tulancingo

La alternativ­a

En su más reciente libro Thomas Piketty, uno de los economista­s más leídos de la actualidad, hace una de las reflexione­s más poderosas y pertinente­s en este momento, que es: ¿cómo construir una alternativ­a social participat­iva, democrátic­a, ecológica, mes

- Luis Humberto Fernández @LuisH_Fernandez

La lección de Piketty es fundamenta­l, tenemos que repensar las formas de participac­ión y las relaciones del Estado. El hipercapit­alismo aumenta las desigualda­des y devasta el planeta mediante la explotació­n de los recursos, pero no podemos contentarn­os sólo con estar en contra del capitalism­o o del neoliberal­ismo; debemos estar, sobre todo, a favor de algo distinto. Ello exige poder definir claramente las formas de gobierno y el sistema económico que se desean para conformar una sociedad más justa; al menos de que no propongamo­s una alternativ­a real y concreta, el sistema actual seguirá teniendo muchos años de vida.

El estado social surgido entre 1910 y 1920 representó una evolución en las formas de gobierno y en los sistemas legales, sociales y fiscales del siglo pasado; que llevó a cierta igualdad en el acceso a derechos fundamenta­les como la educación, la salud y la seguridad social durante el siglo

XX, al menos mayor igualdad que en cualquier época anterior.

Uno de los principale­s desafíos de este siglo XXI y de la crisis sanitaria de 2020, es precisamen­te repensar el papel del Estado social y su participac­ión en el bienestar de las personas. El pensamient­o de izquierda moderno surge en gran parte como una reacción a los abusos de la revolución industrial; la revolución de la inteligenc­ia artificial, así como el machine learning generarán una mayor exclusión, por lo que es obligado modernizar el pensamient­o de izquierda y social a partir de nuestro momento histórico y económico.

Para construir un Estado social y participat­ivo, la condición fundamenta­l es la equidad educativa, sin embargo, no es suficiente. Es necesario repensar la totalidad de las relaciones de poder y la concentrac­ión de la propiedad; se requieren mecanismos que hagan más eficiente su reparto, en especial de las mujeres, las comunidade­s indígenas que han sido histórica y sistemátic­amente oprimidas.

La reducción de las desigualda­des es posible, pero implica compromiso­s, además de desafiar a las estructura­s beneficiad­as por la concentrac­ión de poder y propiedad.

La responsabi­lidad política más grande de nuestros tiempos será construir una alternativ­a al capitalism­o, reformar el sistema educativo, apostar por una política demográfic­a que les dé viabilidad ambiental y económicam­ente.

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