Resucitan fantasmas del narco en Colombia
Se incrementa violencia desde la captura del principal capo del país, líder del clan del Golfo
BOGOTÁ. La tensión en Colombia se ha incrementado en los últimos días desde la detención del capo de la droga, Dairo Antonio Úsuga, alias 'Otoniel', líder de la organización paramilitar el Clan del Golfo.
Un día después de su detención (el 24 de octubre) un grupo armado del Clan del Golfo mató a cuatro militares en un ataque en los municipios de Turbo e Ituango.
Al ataque se suma a la retención de 180 soldados que erradicaban narcocultivos, retenidos por campesinos cocaleros en la frontera de Colombia con Venezuela, informó una fuente militar.
El general Ómar Sepúlveda denunció como un “secuestro” la captura de sus hombres por comunidades que se oponen a la destrucción de los plantíos ilegales.
Los cocaleros “secuestraron a seis pelotones del Ejército nacional” el martes en el municipio de Tibú, señaló el oficial a la prensa. El responsable militar relató que las tropas fueron rodeadas por campesinos con palos y machetes mientras cumplían “tareas de lucha contra toda la cadena de narcotráfico”.
En la zona hay unas 40 mil 084 hectáreas sembradas con hoja de coca, según el último informe de la ONU de 2020.
Rebeldes de la guerrilla ELN y disidentes de la exguerrilla de las FARC que no se acogieron al acuerdo de paz de 2016 operan en la zona lucrándose de las rentas del narcotráfico. El presidente, Iván Duque, ha redoblado la persecución a ese negocio ilegal mediante de la erradicación forzada de los sembradíos, que realizan manualmente los soldados.
3,800 COMBATIENTES y colaboradores del “Otoniel” siguen operando por todo Colombia pese a su captura