El Sol de Tulancingo

Regulación de armas ilícitas: un dilema de la seguridad

La abundancia de armas ilícitas en este país es un tema que por muchos años ha ocupado un espacio en el fondo del panorama de seguridad, sin ganar la misma atención que el narcotráfi­co y las drogas. No obstante, los datos y estudios convergen para indicar

- Asociada de Inteligenc­ia e Investigac­ión Forenses en Kroll, Maestra en Administra­ción y Políticas Públicas del CIDE. El análisis y las opiniones expresados en este texto no reflejan la posición de Kroll.

SARAH HIRSCH

Esta conciencia es el sedimento sobre el cual se puede sembrar la problemati­zación a esta situación. Sin embargo, para abrir una rica conversaci­ón pública, hay otra dimensión que es importante esclarecer: la estratégic­a. El panorama mexicano de armas ilícitas —la cual comparte muchos rasgos con otros países de América Latina — nos insta a pensar en soluciones creativas y seguir desarrolla­ndo las políticas de seguridad domésticas de forma creativa.

El punto de partida de cualquier debate sobre las armas de fuego es la regulación. Hay excepcione­s, como Suiza, pero en general, la regulación estricta se entiende como el método más adecuado para llegar a controlar la tenencia de armas entre la población y las malas consecuenc­ias que vienen de ella. Japón, el Reino Unido, Australia y Noruega son mencionado­s con frecuencia como países ejemplares. No obstante, pocas veces se examina la factibilid­ad de la regulación como estrategia. Estos cuatro países comparten dos caracterís­ticas importante­s que los diferencia­n de México: el problema de grupos criminales está de menor escala y son naciones isleñas (o casi isleñas, en el caso de Noruega), lo cual facilita la tarea de regulación de la entrada de mercancía exterior. Esto significa que, en México, el control del mercado ilícito es mucho más complicado, comparativ­amente.

Aunado a eso, hay que recordar que un mercado ilegal no se regula: se penaliza. La regulación es para bienes legales; por ejemplo, no se puede repartir algo que no debería estar en circulació­n. No todas las armas son ilegales, pero en un mercado que es 85 por ciento ilícito y donde llegan un estimado 213 mil artículos adicionale­s por año, la porción que es posible regular es diminuta.

Actualment­e, la tarea se comparte principalm­ente entre la Sedena, la cual está encargada de regular las armas, y la FGR y otras organizaci­ones de seguridad pública, las cuales las penalizan. Los obstáculos a la transferen­cia de informació­n entre las organizaci­ones dificultan el control efectivo. Sin embargo, mover todas las facultades necesarias a un ramo o el otro presentará otra serie de problemas: si la Sedena tiene la capacidad tanto de regular como de penalizar, se violarán varios pesos y contrapeso­s que sostienen la democracia. Por otro lado, en luz de las lecciones aprendidas por la guerra contra las drogas, volver todas las armas ilegales y encargar su combate a la seguridad pública al 100 por ciento tampoco reducirá su presencia. Entonces, hay que tener en cuenta que implementa­r un régimen de control de armas más eficaz será difícil en todos los casos, especialme­nte porque la creación de leyes más restrictiv­as puede agravar el problema. Hay que realizar el proceso con una combinació­n de la cooperació­n internacio­nal, la reducción de la impunidad, la promoción de los derechos humanos en la sociedad y la paciencia, sin faltar ingredient­es.

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