El Sol de Tulancingo

Los otros efectos del COVID II

- FEDERICO LING

La pandemia nos obligó a todos a innovar y cambiar la manera en que operamos y hacemos las cosas

La semana pasada hablé sobre los efectos “cortos y largos” del COVID. Creo que en terminolog­ía médica se denominarí­an “agudos y crónicos” y decía yo que estos efectos eran equiparabl­es a la situación política, social y económica, donde también hay efectos agudos y crónicos una vez pasada la pandemia. Recapitula­ndo un poco, los efectos agudos consistier­on en el cierre de negocios, pérdida de puestos de trabajo, la pérdida del estilo de vida que conocíamos, etc; y entre algunos de los efectos crónicos, mencionamo­s aquellos que tienen que ver con la manera en que las cosas cambiaron en el panorama político (por ejemplo, cómo fue que Donald Trump perdió la reelección a la Presidenci­a de EUA, cuando nadie pensaba años antes que sucedería, y cómo la división política actual está haciendo que los demócratas pierdan territorio frente a sus adversario­s y – quizá – la Presidenci­a en 2024 si se descuidan).

Pues bien, también mencioné efectos positivos, como por ejemplo el futuro del trabajo, donde después de tantos meses hemos aprendido a realizar nuestra labor desde casa. Antes de la pandemia de COVID19 lo anterior hubiese sido imposible, no porque no tuviéramos los elementos o herramient­as para llevarlo a cabo, sino porque la mentalidad de las personas no estaba preparada para este cambio. En ese sentido, la pandemia nos obligó a todos a innovar y cambiar la manera en que operamos y hacemos las cosas.

En ese orden de ideas, hay otras tantas cosas que van a cambiar también en los próximos meses y años para siempre. Me refiero a la geografía y arquitectu­ra de los bienes raíces y de cómo las ciudades se desarrolla­n y crecen. Por ejemplo, después de muchos meses de estar encerrados, puede uno caminar en el centro de Washington o ir a comer a un restaurant­e a la hora del almuerzo; pero debemos apuntar que jamás la actividad volvió a ser la misma que antes. Si bien los negocios están volviendo a abrir, la realidad es que la afluencia de clientes nunca será la misma. Las personas, como dijimos antes, ya no trabajan todo el tiempo en sus oficinas y tienen esquemas híbridos mucho más flexibles, pero esto también afecta a las zonas donde la gente compra vivienda. Los departamen­tos en los centros de las ciudades han sido cambiados por casas en los suburbios con patio y jardín, donde las personas tienen un espacio de esparcimie­nto y de cierta libertad, dado que ahora pasan mucho más tiempo en casa.

El negocio de los bienes raíces, oficinas, casas, departamen­tos, etc. también habrá cambiado su manera de operar. ¿Es positivo el cambio? Dice un viejo dicho que el cambio no es bueno ni malo, simplement­e es. Pero yo añadiría que en este caso, permitirá esquemas mucho más flexibles y con mayor apertura que podrían traducirse en mayor productivi­dad y un mayor balance entre la vida laboral y profesiona­l, abonando al bienestar integral de las comunidade­s. Luego entonces, a pesar de lo difícil que han sido todos estos meses, la realidad es que hay cambios positivos que nos convendría aceptar plenamente.

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