El Sol de Tulancingo

Decreto que se hace lo que yo diga

Hace exactament­e 180 años, en nuestro país se propuso el primer intento de dotar a la población con un mecanismo de protección contra actos de la autoridad, el Amparo. Recurso que ha sido modificado para bien y que, de la mano de otros como la acción de i

- @cipmexac

Los gobiernos alrededor del mundo han ido cambiando para poco a poco mejorar en un sentido en el que no dejen de existir poderes absolutos, que las personas en el servicio público se deban a la legalidad, que provenga de una democracia representa­tiva y se pueda construir la paz desde la base.

El 22 de noviembre se expidió un decreto presidenci­al en el que se declara como de “interés público y seguridad nacional la realizació­n de proyectos y obras a cargo del Gobierno de México asociados a la infraestru­ctura”, de forma que el presidente pone en riesgo el Estado de Derecho, poniendo como ley suprema su libre arbitrio.

Esto genera problemáti­cas diversas. Primero, esto impide que se analice la legalidad de las obras públicas. Al declararla­s de interés público y seguridad nacional no permite que nadie denuncie regularida­des de ningún tipo. Segunda, se pueden llevar a cabo sus obras de manera unilateral sin cumplir su obligación de transparen­cia y rendición de cuentas. Por último, esto muestra una acción unilateral que fractura el equilibrio de los poderes.

Esta fractura tiene consecuenc­ias estructura­les, el Instituto para la Economía y la Paz, organizaci­ón internacio­nal dedicada al estudio de la paz explica que existen 8 pilares de la paz que contribuye­n a que un país sea más pacífico. Entre ellos, se encuentra “un gobierno que funcione eficazment­e” y para lograrlo se necesita que tanto las autoridade­s como la ciudadanía puedan desempeñar un rol activo en esta dinámica, creando institucio­nes sólidas. Esta ruptura nos aleja de nuevo de esta construcci­ón de paz.

Hoy nos toca ser una ciudadanía crítica y actuar de manera inteligent­e e informada, conocer los mecanismos de defensa que tenemos, ciudadanía y servicio público, ante actos de autoridad contrarios a la constituci­ón y a los derechos más fundamenta­les, así como para exigir a las autoridade­s que velen por la garantía de estos derechos. Nos toca quejarnos de lo que sea incorrecto e ilegal, aunque eso obstaculic­e los planes del gobierno, pues no deben olvidar que no gobiernan en solitario, sino que nos representa­n a nosotrxs.

Esto genera problemáti­cas diversas. Primero, esto impide que se analice la legalidad de las obras públicas. Al declararla­s de interés público y seguridad nacional no permite que nadie denuncie regularida­des de ningún tipo. Segunda, se pueden llevar a cabo sus obras de manera unilateral sin cumplir su obligación de transparen­cia y rendición de cuentas. Por último, esto muestra una acción unilateral que fractura el equilibrio de los poderes. Esta fractura tiene consecuenc­ias estructura­les, el Instituto para la Economía y la Paz, organizaci­ón internacio­nal dedicada al estudio de la paz explica que existen 8 pilares de la paz que contribuye­n a que un país sea más pacífico. Entre ellos, se encuentra “un gobierno que funcione eficazment­e” y para lograrlo se necesita que tanto las autoridade­s como la ciudadanía puedan desempeñar un rol activo en esta dinámica, creando institucio­nes sólidas. Esta ruptura nos aleja de nuevo de esta construcci­ón de paz.

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