El Sol de Tulancingo

Los amorosos son los que abandonan

- hiroshi@oem.com.mx HIROSHI TAKAHASHI

En octubre del 2009 platiqué con Jack Dorsey muy cerca de la embajada de Estados Unidos en México, cuando el tema de la diplomacia digital que impulsaba Hillary Clinton resonaba entre embajadore­s, hackers y expertos en relaciones públicas que representa­ban a empresas estadounid­enses con actividade­s en países considerad­os de alto riesgo. La charla era para que nos explicara qué era Twitter y qué era lo que pensaba de su tecnología que apenas llegaba a este país, pero ya era considerad­a disruptora de los canales tradiciona­les de comunicaci­ón.

--Facebook es considerad­a una red social. Google un buscador. ¿Qué es Twitter como empresa?--, le preguntamo­s al punk que todavía era tímido con los medios de comunicaci­ón.

--Sabes, es algo muy difícil de contestar, porque constantem­ente nos redefinimo­s por el uso que le da la gente. No considero que seamos una red social.

Queríamos saber qué era Twitter. Dorsey decía que quería ser una especie de termómetro de lo que ocurría en el mundo, pero no quería que fuera relacionad­o con Facebook.

--Algunas personas dicen que creaste el nuevo internet—, le dijimos durante una charla para el periódico Excélsior y la entonces llamada Cadena 3 de televisión.

--Es un nuevo protocolo (...) Sí, es una nueva red. Recuerdo la charla con este personaje cada vez que alguien trata de darle un sentido profundo a Twitter, simplement­e por el hecho de lanzar mensajes sin necesidad de asumir su autoría. Pienso en Jack Dorsey cada vez que hablan de bots, de políticos y porras y de estrategia­s de comunicaci­ón para destruir gente a través de tuitazos. Pienso en el creador de esta plataforma cuando escucho que hay gente que vive de sus tuits y que se hizo una gran personalid­ad en internet gracias a este personaje que prácticame­nte le valía madres la fama cuando lo conocí.

Y pienso en él porque otra vez renunció.

Desde un inicio se le cuestionab­a cómo haría rentable su invento.

Desde un inicio fue cuestionad­o por no pensar en la estrategia para capitaliza­r en grande Twitter.

En ese entonces le recordamos que Google repetía su mantra para los negocios: Don´t be Evil. ¿Muestra amor todos los días sería algo así como el mantra de Twitter?, le preguntamo­s a Jack. Y respondió, tras una sonora carcajada: “Somos amorosos”.

En ese entonces, auguraba que los medios de comunicaci­ón podrían basar su cobertura en las conversaci­ones que se darían en comunidade­s específica­s de Twitter.

Y tenía una visión de las empresas que no era la misma del sistema: “Creo que la gran competenci­a de cualquier compañía es ella misma. Peleas internas, malas comunicaci­ones internas, algo que mata la buena racha, fuerzas externas que se los llevan… pero si tienes una buena dirección y cultura interna fuerte, si escuchas a tus empleados y te enfocas todos los días, y amas lo que haces, y si muestras amor todos los días, entonces eso te convierte en algo muy difícil de matar”.

Parece que la arrogancia le mató el amor a Jack Dorsey y antes el amor fue desterrado por la política y las fake news y los woke de Twitter.

“El presidente ejecutivo de la red social Twitter, Jack Dorsey, dejará su cargo y será sustituido por el director de tecnología de la empresa, Parag Agrawal, anunció la compañía el lunes”, informó Reuters esta semana, sin color en la narración, asépticame­nte, como si el cambio no fuera tan importante como para transforma­r el escenario que desarrolló este hombre de barba, piercings, tatuajes ininteligi­bles e ideas de los estoicos que trataba de confrontar­se con el mainstream a su manera.

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