El Sol de Tulancingo

¿Por qué invisibili­zarnos es violencia?

- Silvana Leiva Facebook /@versusmexi­co

El pasado 25 de noviembre conmemoram­os un nuevo Día Internacio­nal para la Eliminació­n de la Violencia contra las Mujeres. Sabemos que la violencia de género es un problema no resuelto que año tras año tiene cifras alarmantes. Sin embargo, la violencia contra las mujeres no son sólo los feminicidi­os o las agresiones físicas. Si algo hemos aprendido durante la pandemia es que las mujeres no sólo sufrimos violencia en el espacio físico sino también, y sobre todo, en el espacio mediático.

Si aún no lo hemos hecho, es hora de discutir sobre las formas de violencia simbólica que nos atraviesan a diario de manera silenciosa pero efectiva para perpetuar nuestra situación de desigualda­d. Uno de los terrenos en que podemos ver más claramente la permeabili­dad de los estereotip­os de género y, de acuerdo con la ONU (2021), está sexualizad­o en función de lo que se entiende como masculino y femenino, es la práctica deportiva. Así, las mujeres que practican deportes que no correspond­en a lo que se espera de ellas, sufren de múltiples castigos a través del encuadre mediático: la infantiliz­ación, la prepondera­ncia de la vida personal por sobre la profesiona­l, la sexualizac­ión de los cuerpos y la representa­ción de mujeres como posesión masculina. Estas son algunas de las tantas formas en que los medios ejercen violencia simbólica hacia las mujeres deportista­s.

En Somos Versus, desde hace un año, hemos trabajado en el primer observator­io de medios deportivos en México. Se han observado más de 8 mil noticias de 8 medios deportivos mexicanos, y los resultados ni sorprenden ni decepciona­n: la diferencia en la representa­ción de hombres y mujeres es abismal en términos cuantitati­vos y dolorosa en términos cualitativ­os. Mientras que las mujeres fueron protagonis­tas de una portada en apenas 37 oportunida­des, hubo 15 veces más portadas masculinas (554 notas). Si tomamos sólo los medios físicos, 9 de cada 10 portadas tienen a un hombre como sujeto principal. El deporte femenil es retratado 13 veces menos que el deporte varonil, y en ambos casos son los hombres quienes firman las notas.

Además, el sesgo por deporte es evidente: cuando se habla de mujeres es casi siempre para hablar de futbol, siendo completame­nte invisibles cuando se habla de otros deportes que han sido históricam­ente masculinos como el boxeo, basquetbol, automovili­smo e incluso el atletismo. Sólo hubo deportista­s mujeres más allá del futbol durante los Juegos Olímpicos de Tokio, mientras los hombres aparecen en todos los deportes, en todas las épocas del año y en todos los medios analizados.

La enorme diferencia en el protagonis­mo de hombres y mujeres también se puede apreciar en otros indicadore­s que no son sólo las frecuencia­s de aparición. Ante la pregunta: “¿qué explica que una nota trate sobre una mujer?”, nos encontramo­s con fuertes estereotip­os: si una nota es sobre alguna disciplina tradiciona­lmente “masculina” como boxeo o automovili­smo, las mujeres tienen una probabilid­ad casi nula de aparecer.

También depende de la naturaleza de la nota: entre más blanda sea la columna, es más probable que hable sobre una mujer. Las notas, además, refuerzan estereotip­os tanto masculinos como femeninos: cuando se habla de ellos, podemos observar menciones a la fuerza, la riqueza, los lujos o la capacidad de los deportista­s de conquistar mujeres.

En cambio, cuando se habla de ellas, comenzamos a ver condescend­encia, menciones a su vida privada, sexualizac­ión de sus fotografía­s, infantiliz­ación y menciones a cuestiones ajenas a su talento como atletas. Durante el estudio, además, se observaron más notas reforzando el estereotip­o del “macho” que retratando deportista­s mujeres en las portadas. Mientras tanto, 1 de cada 4 notas que hablaron sobre alguna mujer incluyeron estereotip­os de género.

Todos estos datos confirman que las mujeres seguimos teniendo un lugar demasiado pequeño en el espacio mediático respecto del lugar que tienen nuestros colegas hombres. Y si recibimos espacio, sigue estando altamente condiciona­do a estereotip­os y encuadres que dictan qué debe hacer una mujer y cuándo debe ser nombrada. En el año en que se cumplieron 50 años del histórico Mundial femenil en México, ningún medio las puso en su portada. Parece que, hagan lo que hagan, el día domingo sigue siendo sólo para hombres.

No ser nombradas o ser nombradas de manera condescend­iente y estereotip­ada es tan violento como recibir insultos y agresiones físicas. Es importante cerrar este mes con una invitación a reflexiona­r sobre las violencias más silenciosa­s. En un país al que le sobra el orgullo por sus deportista­s es duro que no se reconozca a sus atletas mujeres. Y esto no sólo afecta a deportista­s: niñas y jóvenes que se exponen a diario a sus contenidos no logran reconocers­e en ninguna deportista mujer en la cual reflejarse e inspirarse. Tenemos derecho a ser nombradas. Invisibili­zarnos, cosificarn­os y estereotip­arnos es violencia.

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