La educación: otro olvido
En medio de tantos distractores, la educación parece haber desaparecido del interés de este gobierno, es muy raro ver en las conferencias mañaneras a la secretaria de Educación, que por lo relevante del sector que atiende, debería estar presente todas las
Para desfortuna de la educación mexicana, hemos observado cambios constantes en las políticas educativas, sexenio tras sexenio. Es muy difícil, encontrar en nuestra historia, continuidad en la tarea educativa. Sin embargo, a pesar de esto, existen antecedentes de intentos serios por darle a la educación la importancia que merece y reflejarlo tanto en las leyes, como en los programas y en la asignación de recursos presupuestales.
El caso más destacado de los últimos años, pudiera ubicarse en la administración del presidente Ernesto Zedillo, cuando se instrumentó la Ley Federal de Educación, se establecieron programas de promoción horizontal para el magisterio, se cambiaron planes y programas de estudio y se descentralizó la educación, trasladando a los estados responsabilidades que anteriormente no tenían. Los recursos económicos fluyeron al sector educativo, incrementando año con año, en términos reales su presupuesto.
En el gobierno de Vicente Fox, se apostó, fallidamente, por la digitalización de los contenidos educativos en primaria y secundaria. Por su parte, el presidente Calderón, le apostó a elevar la calidad educativa a partir de los centros escolares, para eso contó con dos instrumentos, la evaluación estandarizada del aprovechamiento escolar y los estímulos que se otorgaban a las escuelas con mejores resultados, en el desempeño de sus alumnos. Este proyecto, que apuntaba en una dirección correcta, tuvo deficiencias en su instrumentación. En el sexenio de Enrique Peña Nieto, se realizó una nueva reforma educativa, que centró toda su fuerza en el tema laboral, imponiendo evaluaciones periódicas a los maestros para que pudieran mantener su plaza y en su caso promoverse.
El actual presidente, aprovechando el malestar que generó la reforma de Peña,
Si los presidentes anteriores, que dedicaron sus seis años de gobierno a impulsar sus proyectos educativos, no pudieron consolidarlos, es inconcebible que esta administración pueda presentar un proyecto que impacte.
ofreció desde la campaña electoral, una contrarreforma que dejara sin efectos las medidas laborales impulsadas por su antecesor. Esta promesa, más allá de tener un fundamento pedagógico, fue una medida electoral para atraer el voto de los maestros y su capacidad de convencimiento a las comunidades donde sirven.
A la falta de ruta en el sector educativo, hay que agregar las secuelas que la pandemia está dejando, impactando de manera más fuerte en la escuela pública y a las regiones más pobres. Es en estos espacios, donde la falta de equipo tecnológico y el deterioro de las instalaciones escolares es más acentuada. Al mismo tiempo, sumemos la imposibilidad de socializar, a la que se vieron sujetos los niños y jóvenes durante todo este tiempo, que está dejando huellas emocionales que afectara su aprendizaje futuro.
Si los presidentes anteriores, que dedicaron sus seis años de gobierno a impulsar sus proyectos educativos, no pudieron consolidarlos, es inconcebible que esta administración, que ya rebaso la mitad de su encargo, pueda presentar un proyecto que realmente impacte en la equidad y calidad de la educación mexicana. Con mucha tristeza, pero siendo realistas, mientras en el mundo los países que se destacan, priorizan a su sector educativo, en México ha sido olvidado.