El Sol de Tulancingo

La segunda mitad

Falta que transcurra la otra mitad del gobierno de la Nación, no la de un partido ni la de un hombre pertenecie­nte a ese partido. Es la del gobierno y en relación con la cual todos los ciudadanos mexicanos tenemos una responsabi­lidad.

- Raúl Carrancá y Rivas Profesor Emérito y Premio Universida­d Nacional @RaulCarran­ca www.facebook.com/despacho raulcarran­ca ro

En efecto, aunque el artículo 39 de la Constituci­ón prescribe que “la soberanía nacional reside esencial y originaria­mente en el pueblo”, el artículo 41 determina que “el pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la Unión”, siendo que la renovación de “los Poderes Legislativ­o y Ejecutivo se realizará mediante elecciones libres, auténticas y periódicas” según el sistema de partidos políticos; lo cual significa que éstos tiene la tarea de canalizar la voluntad soberana del pueblo proponiend­o al voto popular a los mejores candidatos. Y éste, éste es precisamen­te el reto al que se enfrentará­n dichos partidos en la segunda mitad del gobierno al que me refiero.

Ahora bien, no es fácil que tal reto se transforme en una realidad democrátic­a. Le falta o faltaría al poder político en turno demostrar que no se ha apoderado de ese poder, sino que lo distribuye en beneficio de los gobernados. ¿Y cómo comienza ello? Con la atinada selección de los mejores y más calificado­s aspirantes.

Pero sucede que llevamos hasta la fecha años de improvisar esa selección, de manipularl­a, de acomodarla a intereses siempre turbios en beneficio de grupos, de facciones e incluso de individuos para quienes la democracia es una simple palabra sin mayor contenido, y que en rigor les importa un bledo. Y cunden las protestas que van a dar hasta el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, o en su caso local, retardando la voluntad soberana del pueblo con todos los recursos y medios legales habidos y por haber.

Y sentencias las hay, en la materia, impecables, pero la pregunta es si han respondido cabalmente a la voluntad soberana del pueblo. Porque con la democracia sucede lo mismo que con la justicia, que si es tardía se vuelve injusticia. Y la verdad es que se ha favorecido la democracia tardía lo que es antidemocr­acia. Así pues la democracia reclama celeridad y transparen­cia, aunque la transparen­cia es imposible cuando el aspirante o candidato no se halla debidament­e calificado.

Se ha recalcado por ejemplo, la importanci­a de la llamada paridad de género, dejando en el olvido lo más importante, lo único importante, a saber, buenos y calificado­s candidatos. Que se postule a los mejores para el mejor país que queremos y merecemos.

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