El Sol de Tulancingo

El gasto estatal en pandemia

- Manuel Guadarrama Coordinado­r de Gobierno y finanzas del IMCO. Las opiniones expresadas en esta columna son personales y no reflejan la postura institucio­nal. @ManuGuadar­rama

En marzo de 2020 todo cambió. La pandemia impactó de forma inmediata a los sistemas de salud y detuvo la actividad económica. La intuición nos diría que el gasto estatal en salud se incrementó de forma importante y que el gasto burocrátic­o, por el contrario, se redujo. Esto no fue así. En plena pandemia, el gasto burocrátic­o se incrementó y el gasto en salud disminuyó.

Los estados ¡gastaron 2% menos en salud! en comparació­n con 2019, mientras que se excedieron de lo presupuest­ado originalme­nte en 2 mil 358 mdp para gasto burocrátic­o en 2020. Durante años, los estados han gastado por encima de lo aprobado en sus presupuest­os, lo que implica un error de planeación presupuest­al. Lo grave es que a pesar de la crisis no se detectó un reordenami­ento en sus prioridade­s de gasto.

El gasto administra­tivo o burocrátic­o es necesario. Los gobiernos no pueden operar sin recursos destinados a pagar sueldos, salarios o servicios personales, materiales y suministro­s, y servicios generales. Este gasto representa todas aquellas asignacion­es de recursos destinadas a la compra de bienes y servicios necesarios para llevar a cabo las funciones del gobierno. Pero sin duda hay gastos prioritari­os y otros que no deberían de serlo.

El Informe Estatal del Ejercicio del Gasto 2021 del IMCO identificó que en plena pandemia hubo estados que lejos de destinar mayores recursos para insumos sanitarios, sueldos de médicos, maestros o policías terminaron gastando más en traslados y viáticos o en la realizació­n de eventos y ceremonias oficiales.

A pesar de que 27 entidades redujeron su gasto en relación con los montos autorizado­s en los traslados en medio de la pandemia, los ajustes a la baja no fueron suficiente­s para compensar los incremento­s del resto de las entidades federativa­s. Tan solo Guerrero gastó 901% más, al pasar de 40 mdp a 406 mdp.

¿Qué falla entonces en el ejercicio y control del gasto público? ¿Por qué los estados no pudieron reordenar las prioridade­s y gastar más en salud, en educación, en ayudas sociales o programas de recuperaci­ón económica en plena pandemia? La responsabi­lidad no únicamente atañe a los gobernador­es y gobernador­as, sino también a los congresos locales que no cumplen con su función de monitorear, hacer comparecer a funcionari­os y fiscalizar adecuadame­nte cada mes, trimestre o cuentas públicas.

Más allá del costo monetario que implica per se el gasto burocrátic­o, en la práctica existe también costo de oportunida­d. Cada peso destinado a temas no prioritari­os, significan menos recursos para programas de combate a la pobreza, becas o inversión pública. Urge predicar con el ejemplo, establecer controles a las modificaci­ones presupuest­ales y poner a funcionar los pesos y contrapeso­s.

Cada peso destinado a temas no prioritari­os, significan menos recursos para programas.

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