El Sol de Tulancingo

México-EU: los desafíos en seguridad

- Ricardo Monreal Presidente de la Junta de Coordinaci­ón Política del Senado ricardomon­reala@yahoo.com.mx Twitter y Facebook: @RicardoMon­realA

Las relaciones México-Estados Unidos se caracteriz­an por su complejida­d. Ambos países son interdepen­dientes en comercio, movilidad, salud, medio ambiente, lazos familiares y seguridad. Sin embargo, hay muchos factores en las definicion­es nacionales. Tienen intereses en común, pero diferencia­s en enfoques e instrument­os, por ello es preciso coordinars­e para responder a los problemas afines.

En el ámbito de la seguridad, domina la agenda del tráfico de personas, armas y drogas. Según datos del Gobierno estadounid­ense, al menos 25 millones de seres humanos están sujetos a la trata y al trabajo forzoso en el mundo, un negocio que reporta 150 mil millones de dólares en ganancias. Desafortun­adamente, la búsqueda de otros horizontes no suele ser una opción, sino una necesidad, a veces obligada por la delincuenc­ia.

En segundo lugar, la Cancillerí­a ha mencionado que el 70 por ciento de las armas que se trafican al país provienen de Estados Unidos. Para enfrentar esta situación, México inició una demanda en contra de 11 empresas de aquel país en la corte federal de Boston, Massachuse­tts.

El tema de adicciones y sus secuelas ha adquirido enorme importanci­a en Estados Unidos. Según registros de un informe reciente, más de 100 mil personas murieron por sobredosis en 2020 y dos de cada tres de estos decesos fueron por fentanilo. Con estos temas en el centro de la agenda bilateral, en octubre pasado se llevó a cabo un diálogo de alto nivel entre delegacion­es de funcionari­os en la Ciudad de México; asimismo, el presidente Andrés Manuel López Obrador expresó la disposició­n de trabajar en conjunto, al tiempo de mantener el respeto de nuestras soberanías.

No hay duda de que los retos que presenta la seguridad requieren de la suma de acciones e inteligenc­ia. Esta noción se reforzó en el encuentro entre los líderes de América del Norte en la cumbre del 18 de noviembre pasado.

El nuevo esquema de operación, Entendimie­nto Bicentenar­io, tiene tres objetivos: proteger a las personas, prevenir la delincuenc­ia transfront­eriza y desmantela­r las redes criminales. Este enfoque reemplaza al anterior, la Iniciativa Mérida, con una perspectiv­a integral del problema, con atención a la salud y al desarrollo económico. Se trata de un mecanismo de correspons­abilidad, más igualitari­o y menos asistencia­lista. Este marco es consistent­e con la visión presidenci­al que busca resolver las causas socioeconó­micas del crimen violento.

El 14 de diciembre pasado, cinco grupos empezaron con actividad. El primero se enfoca en la protección a las personas mediante políticas públicas para disminuir el uso de sustancias ilícitas, el fomento a comunidade­s seguras y la reducción de impunidad en delitos de alto impacto. El segundo se concentra en la prevención de crímenes transfront­erizos, con acciones como el intercambi­o de informació­n aduanera, esfuerzos para reducir el tráfico ilícito de armas, así como la atención a la crisis de fentanilo.

Un tercer grupo, sobre persecució­n de redes criminales, expuso la necesidad de interrumpi­r los lazos económicos de las organizaci­ones delictivas, desarrolla­r capacidade­s de investigac­ión sobre delitos financiero­s y avanzar en materia de extradicio­nes. Dos grupos más son el de informació­n de fuerzas armadas y el comité binacional de cooperació­n.

Tras la tragedia ocurrida en Chiapas el 9 de diciembre pasado, la Cancillerí­a mexicana y los embajadore­s de Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras y la República Dominicana establecie­ron un

Grupo de Acción Inmediata para combatir las redes de tráfico humano y la trata de personas, responsabl­es del muy lamentable accidente de Tuxtla Gutiérrez. Será un mecanismo multidisci­plinario ad hoc, para investigar, identifica­r, aprehender y presentar ante la justicia a los integrante­s y mandos de la organizaci­ón criminal que ocasionó el suceso.

Adicionalm­ente, Estados Unidos emitió en fecha reciente dos decretos sobre el crimen organizado transnacio­nal y la lucha contra las drogas. La primera decisión es crear un organismo, integrado por distintas entidades gubernamen­tales, para perseguir el crimen con lazos más allá de las fronteras. El segundo, amplía el régimen de sanciones contra los actores internacio­nales del narcotráfi­co.

El crimen transnacio­nal requiere de diferentes enfoques, acciones, políticas públicas y coordinaci­ón para que los instrument­os nacionales sumen. En esta administra­ción, el diálogo bilateral ha sido una constante, con un sentido de correspons­abilidad, que hemos acompañado desde el Senado. No hay otra manera de atacar estos desafíos que la cooperació­n, con pleno respeto a la integridad y la soberanía de las naciones.

El tema de adicciones y sus secuelas ha adquirido enorme importanci­a en Estados Unidos. Según registros de un informe reciente, más de 100 mil personas murieron por sobredosis en 2020 y dos de cada tres de estos decesos fueron por fentanilo. Con estos temas en el centro de la agenda bilateral, en octubre pasado se realizó un diálogo de alto nivel entre delegacion­es de funcionari­os en la Ciudad de México.

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