El Sol de Tulancingo

Revocación de mandato

- Martha Tagle

En la teoría política, la revocación de mandato es un mecanismo de participac­ión ciudadana por medio del cual la ciudadanía ejerce su soberanía para revocar o retirar de un cargo de elección popular a un funcionari­o electo antes del término de su respectivo periodo, pues hay una pérdida de confianza o no responde a los intereses de ésta. En ese sentido, es uno de los derechos ciudadanos, reconocido­s en el artículo 35 Constituci­onal para controlar el poder.

Sin embargo, en la práctica, en México la figura de revocación de mandato ha sido promovida desde su idea original como un mecanismo de propaganda gubernamen­tal, para que el ejecutivo incidiera en favor de su partido en las elecciones intermedia­s. Es importante recordar lo que contenía la iniciativa original, que fue modificada en el Senado, pues evidencia los fines del presidente ahora que se ha empeñado en usarla, además, para confrontar y desgastar al Instituto Nacional Electoral.

La reforma original de la revocación de mandato planteaba que, a diferencia de todos los lugares donde se ha legislado al respecto, era el propio presidente quien podía solicitar al congreso el inicio del proceso, que por mayoría simple debe aprobarlo, y además establecía que el proceso era para consultar a la ciudadanía sobre la permanenci­a del presidente, no para revocarlo, además de que no definía si la permanenci­a podía o no ir más allá del tiempo para el cual fue electo. Con lo que en los hechos se buscaba una ratificaci­ón y en una de esas hasta una ampliación del periodo para el que fue electo. Por otra parte, establecía que fuera concurrent­e con las elecciones federales, lo que lo configurab­a como un mecanismo electoral para tener un presidente en campaña.

Afortunada­mente, en el Senado, para construir los acuerdos que permitiera­n se aprobara la reforma constituci­onal, fue modificada totalmente la minuta sobre consulta popular y revocación de mandato, regresándo­le su carácter de derecho ciudadano. Se cambió la fecha para que no coincidier­a con las elecciones; se le quitó al Ejecutivo la facultad de iniciar por sí mismo o a través de su partido el proceso de revocación de mandato; se establecie­ron reglas para que las firmas para iniciar el proceso revocatori­o reflejarán realmente la motivación ciudadana; le dieron a la institució­n encargada de organizar las elecciones, la facultad exclusiva de promover, organizar, desarrolla­r y hacer el cómputo; prohibiero­n tajantemen­te el uso de los recursos públicos así como la promoción de la consulta por parte de partidos o gobiernos; en síntesis, le dieron la llave a la ciudadanía para activar el proceso revocatori­o.

Sin embargo, como mucho de lo que hace el presidente López Obrador, este proceso de revocación no solo es una total simulación, sino además es una flagrante serie de violacione­s a lo que establece la constituci­ón, que deberán ser revisadas y analizadas en su contexto por los tribunales. Contravini­endo la constituci­ón, López Obrador y su partido han promovido desde un principio el proceso manipulánd­ola como una ratificaci­ón del presidente; son militantes en activo o funcionari­os quienes están recabando las firmas; es muy probable hayan usado recursos públicos para dicho fin; una gran parte de las firmas son falsas; y en medio de todo ello, además se ha negado a dotar de los recursos al Instituto Nacional Electoral para organizar y realizar la consulta de revocación, y están usando a las institucio­nes para perseguir criminalme­nte las diferencia­s de opinión, de quienes en el INE aprobaron un acuerdo que permitió sean los tribuales quienes tengan la resolución del diferendo.

Ojalá la SCJN, como lo ha venido haciendo, resuelva apegada a lo que establece la constituci­ón, acaben con esta farsa y le devuelvan a la revocación de mandato, su carácter de derecho ciudadano. Contravini­endo la constituci­ón, López Obrador y su partido han promovido desde un principio el proceso manipulánd­ola como una ratificaci­ón del presidente; son militantes en activo o funcionari­os quienes están recabando las firmas; es muy probable hayan usado recursos públicos para dicho fin.

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