Centenario de Luis Echeverría
Como de todos los personajes de la vida pública, especialmente de la política, del hombre que gobernó a México de 1970 a 1976 se dice que la historia lo juzgará o ya lo ha juzgado. Pero no es la historia la que mantiene críticas y denuestos contra Luis Echeverría. La historia son los hechos y los hechos tienen diversas interpretaciones, más divergentes en su cercanía en el tiempo. El análisis desapasionado del gobierno de Luis Echeverría no puede pasar por alto el valor de los avances y los cambios que significó para el país.
El de Echeverría fue, sí, un gobierno de izquierda y nacionalista sin apartarse de las aspiraciones y las metas de justicia social y desarrollo de la Revolución Mexicana; una izquierda que fue parte de la oscilación pendular que en esas décadas determinó movimientos de izquierda, centro y derecha que en la Segunda Guerra Mundial y los prolongados años de la guerra fría dieron a México prestigio de equilibrio y dignidad en su soberanía.
En los años del gobierno de Echeverría, lejos de destruir instituciones fueron creados instrumentos sociales y económicos que siguen siendo vigentes en la actualidad. El Infonavit, la Procuraduría del Consumidor, el Conacyt, el Instituto Mexicano de Comercio Exterior, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Conapo, Fonatur más la fortaleza de la banca de desarrollo son sólo algunos ejemplos de la labor constructiva de esa administración. Contra lo que se diga, Echeverría no atacó a la iniciativa privada; por el contrario alentó las inversiones y la vigorización de la empresa mexicana.
Luis Echeverría cumplió el pasado lunes cien años de una vida que en justicia debe considerarse ejemplar por su contribución al desarrollo de México en las décadas posteriores al movimiento armado. Los ataques a su imagen sólo se justifican por una actitud de resentimiento de personas o grupos que se sintieron afectados por la política de ese sexenio. Pero la historia, la verdadera historia no deja de reconocer aciertos que son los más y errores que son los menos de un gobernante que aportó al país vitalidad y certidumbre. Es de justicia reconocerlo.