Cómo alimentar bien a nuestras ciudades
El incremento de un sector que busca comer mejor y que cada vez demanda más productos saludables y frescos, significa un gran reto para las cadenas de suministro
Muchas ciudades se han distanciado de la práctica de cultivar sus propios alimentos. Pero cada vez hay más evidencia que sugiere que revivir esa práctica podría ser la clave para reforzar nuestra seguridad alimentaria
“Los avances tecnológicos en el cultivo sin suelo, como la hidroponia, permiten cultivar productos en techos y en espacios sin luz natural”
El objetivo reciente de un aumento del 30 por ciento en el consumo de frutas y verduras en países como el Reino Unido para 2032, establecido el año pasado por la revisión independiente de la Estrategia Nacional de Alimentos, significa que debemos considerar cómo se pueden cultivar estas frutas y verduras de manera sostenible, y cómo podemos fomentar que la gente los consuma más.
La horticultura urbana es una forma en gran medida ignorada de proporcionar alimentos frescos y de alta calidad a los habitantes de las ciudades mediante la producción de frutas y verduras dentro de las ciudades, que históricamente ha sido vital para el suministro de alimentos en varios países.
Durante la Segunda Guerra Mundial, como parte de la campaña de jardinería "Dig for Victory" del gobierno británico, el 18 por ciento de las frutas y verduras consumidas por los ciudadanos se cultivaron en huertos domésticos. Sin embargo, en 2018, esa cifra fue solo del 3 por ciento.
Muchas ciudades se han distanciado en gran medida de la práctica o posibilidad de cultivar sus propios alimentos. Pero cada vez hay más evidencia que sugiere que revivir esta práctica podría ser la clave para reforzar nuestra seguridad alimentaria frente a amenazas como el cambio climático, las fallas en la cadena de suministro y las enfermedades.
El consumo de las porciones recomendadas de frutas y verduras está relacionado con los ingresos: Por ejemplo, el 20 por ciento más rico de la población británica come en promedio una porción más de vegetales por día en comparación con el 20 por ciento más pobre. Y las consecuencias son graves: una dieta que carece de frutas y verduras frescas puede aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular, enfermedades cardíacas y algunos tipos de cáncer.
Si queremos abordar estas desigualdades,
debemos crear un entorno alimentario equitativo. La promoción de la horticultura urbana podría ayudar a lograr esto al volver a poner la producción de frutas y verduras en el corazón y en las manos de las comunidades locales.
Una investigación reciente llevada a cabo en Sheffield encontró que había el equivalente de aproximadamente 97 m2 por persona en la ciudad que podría usarse potencialmente para cultivar frutas y verduras. Esa es suficiente tierra para alimentar a más del 120 por ciento de la población de dicha ciudad, siguiendo una dieta de cinco porciones al día.
No toda esta tierra debería o podría usarse para cultivar alimentos. La pandemia ha demostrado los numerosos beneficios para la salud y el bienestar de proporcionar espacios verdes a las personas. Pero si solo el 10 por ciento de esa tierra disponible se usara para cultivar frutas y verduras, cuando se combina con las asignaciones existentes en Sheffield, habría suficiente espacio de cultivo para alimentar al 15 por ciento de la población con cinco porciones de frutas y verduras al día. Esto sería un gran aumento en el 3 por ciento estimado de la población de Sheffield que actualmente se alimenta con cinco al día de las asignaciones urbanas.
Además, el cultivo de alimentos en las ciudades no tiene por qué limitarse a los espacios verdes. Los avances tecnológicos en el cultivo sin suelo, como los sistemas hidropónicos, permiten que las personas cultiven productos en los techos de las ciudades o en edificios en desuso sin luz natural.
La expansión de la producción de frutas y verduras en las ciudades también podría reducir la presión sobre las tierras agrícolas de alta calidad que normalmente se utilizan para cultivar, liberando más para la reconstrucción y el almacenamiento de carbono.
Trasladar la producción de frutas y verduras a las ciudades también ofrece un desafío cultural sobre cómo alentar a más habitantes urbanos a cultivar sus propios alimentos: lo que significa comprender las barreras que desaniman a las personas.
En el Instituto de Alimentos Sostenibles de Sheffield, estamos pidiendo al gobierno que haga más para involucrar a las comunidades urbanas en el crecimiento a través de la financiación de jardines comunitarios y escolares, parcelas y granjas hiperlocales enfocadas en áreas muy específicas. Esto podría resultar en un mosaico de regiones de cultivo de alimentos en las ciudades que, con el tiempo, se conviertan en una parte integral del sistema alimentario del Reino Unido.
Si esto llega a buen término, podemos esperar ver beneficios para la salud y el bienestar en todos los ámbitos, no solo gracias a dietas más nutritivas, sino también debido a las mejoras dramáticas en el bienestar que puede traer el pertenecer a una comunidad activa.
* Especialistas de la Sheffield
Universidad de