El Sol de Tulancingo

Plazas comerciale­s...

LA CONSTRUCCI­ÓN CONSTANTE DE CENTROS COMERCIALE­S IMPACTA NEGATIVAME­NTE AL MEDIO AMBIENTE, DEBIDO A LAS GRANDES CANTIDADES DE RECURSOS QUE EMPLEAN, PERO TAMBIÉN A QUE NO TIENEN UN MANEJO INTEGRAL DE SUS DESECHOS

- JOSÉ CARLOS ROMÁN

La contingenc­ia ambiental en México es un problema que junto con la demanda de vivienda y de servicios, sigue creciendo en las últimas décadas. Los proyectos inmobiliar­ios tienen dos principale­s vertientes en las ciudades: viviendas y centros comerciale­s.

La construcci­ón de grandes y modernos complejos comerciale­s antepone los intereses económicos de constructo­res, consorcios y autoridade­s por encima del bien común que son el medio ambiente y la salud pública.

De acuerdo con diversas voces, más que nuevos espacios de este tipo, nuestras ciudades necesitan crear ambientes más sanos y sustentabl­es que alienten la convivenci­a y el uso consciente de los recursos.

CONSUMIDOR­ES VORACES DE LUZ Y AGUA

El impacto ambiental de las plazas comerciale­s es insostenib­le debido a la gran cantidad de energía que utilizan para hacer trabajar sus maquinaria­s, así como el calentamie­nto y refrigerac­ión de la comida y los espacios.

Además, estos lugares están permanente­mente sobre iluminados, generando una contaminac­ión producida por las emisiones de luz provenient­es de fuentes artificial­es y que son utilizadas durante todo el día en altas intensidad­es, provocando efectos nocivos para nuestra salud.

Los centros comerciale­s son consumidor­es voraces de agua, como explica Elías Cattan, director del estudio de diseño Taller 13, en entrevista con El Sol de México:

“Vivimos en una dinámica en la que el agua se nos presenta como un recurso de fácil acceso y además barato; es por eso que la usamos de manera desmedida”.

El estudio que Cattan dirige se dedica a armonizar las grandes ciudades con su entorno natural por medio de estrategia­s de comunicaci­ón gráfica, planeación urbana y consultorí­a en infraestru­ctura verde y de movilidad.

Destaca que otra de las principale­s repercusio­nes ambientale­s de estos espacios radica en el espacio del suelo que ocupan, cuando en muchos casos se deforestan grandes extensione­s de flora y fauna, las cuales se extinguen o en el menos grave de los casos se ven obligadas a migrar a otros lugares. Esto sin olvidar que la modificaci­ón de los ecosistema­s trae como consecuenc­ia que esos suelos ya no pueden regenerars­e.

Por si fuera poco, los recubrimie­ntos y construcci­ones de estas proporcion­es absorben y retienen el calor, factor que modifica el balance de energía del microclima de las ciudades, en las que el aumento de la incidencia de la radiación solar incrementa la deshidrata­ción del suelo y la sequedad del aire, con lo que se proliferan las enfermedad­es respirator­ias y los cuadros alérgicos.

De acuerdo con estimacion­es de Polifemo Estudio, durante los últimos tres sexenios se han construido 108 plazas comerciale­s, tan solo en la Ciudad de México.

NO MANEJAN ADECUADAME­NTE SUS DESECHOS

En cuanto a su generación de residuos, las plazas comerciale­s no cuentan con un manejo integral de sus desechos, lo cual genera un tratamient­o inadecuado de algunos productos como material de limpieza, quirúrgico y químico.

Cattan añade en que además de las repercusio­nes ambientale­s que traen consigo, estos espacios también fomentan la segregació­n social, al hacer sentir a cier

tos sectores de la sociedad que no pertenecen a esos círculos de consumo.

Todo lo anterior, sin olvidar la huella ecológica de los propios consumidor­es. De acuerdo con un estudio del Centro de Investigac­ión y Asistencia en Tecnología y Diseño de Jalisco (Ciatej), en México una persona pasa de dos a cuatro horas en cada visita a una plaza comercial, generando en promedio medio kilo de basura.

UNA ALTERNATIV­A

Elías Cattan, quien además es experto en Arquitectu­ra Regenerati­va, asegura que esta opción surge de la necesidad de hacer edificios vivos que formen parte de las comunidade­s y que generen un beneficio para su entorno.

Se trata de tomar en cuenta la relación que hay entre la gente y su lugar de origen, esto para reconocer a los miembros de toda una comunidad como parte del sistema vivo en el que están inmersos.

“Al reconocern­os como parte de un ecosistema, producimos biodiversi­dad y alimento agroecológ­ico, llevamos a cabo un buen uso del suelo y habitamos nuestro entorno de manera que ayude al territorio”, agrega.

Para el especialis­ta, los centros comerciale­s ya sólo pueden ser factibles si desde su planeación están conectados con su medio ambiente y si cuentan con planes concretos que les permitan coexistir con los demás elementos del entorno de manera óptima.

Una de las formas más viables de llevarlo a cabo es por medio del uso de ecotecnias; estrategia­s y herramient­as que ayudan a aprovechar de manera eficiente los recursos brindados por la naturaleza.

Entre los principale­s objetivos de la arquitectu­ra regenerati­va está la captación de agua, con el fin de que este recurso sea tratado y reutilizad­o, y así su ciclo de vida se prolongue.

Otro de sus ejes es la producción de energía limpia, por medio de la creación de sistemas energético­s más resiliente­s, económicos y limpios. Esto se logra con la construcci­ón de techos verdes y foto celdas que captan la luz solar convirtién­dola en energía eléctrica de forma natural.

Para dar una idea de los beneficios que estos proyectos pueden aportar, un lote de 14 paneles solares produce energía suficiente para un promedio de nueve oficinas. En este renglón destaca que una plaza comercial puede ser considerad­a como “limpia” sólo si producen más energía de la que consume.

“Llevando a cabo un buen uso de los recursos -materiales, agua, energía y hábitat-, un espacio construido será más cómodo, tanto para los visitantes como para los empleados, lo que los hará más productivo­s, teniendo un beneficio integral para toda comunidad”, añade.

Dentro de este modelo de construcci­ones, también se incorporan las áreas verdes, que son indispensa­bles para absorber los contaminan­tes del aire y mantener un entorno más sano y armónico.

Según el departamen­to de Ingeniería Civil de la universida­d de Chlef, en Argelia, la presencia de áreas verdes en las ciudades tiene un gran impacto en regular su microclima. Además, los lugares que cuenten con espacios verdes de más de 100 hectáreas, están menos contaminad­os que los que no cuentan con ellos.

De acuerdo con el inventario realizado a finales de la década pasada por la Procuradur­ía Ambiental y del Ordenamien­to Territoria­l, la Ciudad de México contaba con una extensión de 112.89 kilómetros cuadrados de superficie de áreas verdes urbanas, la cual es equivalent­e a sólo el 7.55 por ciento de su superficie.

“Regenerar con innovación ha pasado de una necesidad a una urgencia de cambiar la dinámica de consumo, cultural y económica”, puntualiza.

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Para los expertos, regenerar con innovación ha pasado de ser una necesidad a una urgencia para cambiar las dinámicas de consum
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de grandes complejos modifica el microclima de las ciudades
La construcci­ón de grandes complejos modifica el microclima de las ciudades

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