La Alianza Progresista en América Latina
Una de las iniciativas que han ido cobrando relevancia a nivel latinoamericano es la denominada Alianza Progresista. Se trata de una estrategia diplomática alentada por el Gobierno mexicano, que esencialmente y con apego a los principios constitucionales
Concretamente, se busca fortalecer la cooperación y coordinación entre naciones, para lograr la disminución radical de la desigualdad, fortalecer la colaboración sanitaria, combatir la corrupción, así como generar y compartir ideas y acciones que contrarresten el pensamiento conservador, clasista, oligárquico y neoliberal de una derecha siempre latente y presente en nuestros países.
El retiro de Brasil de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la derrota de diversos gobiernos de derecha en países como Argentina, Bolivia, Perú y, recientemente, Chile, con la victoria del ahora presidente electo Gabriel Boric, han generado condiciones propicias para que prospere la iniciativa mexicana de una alianza progresista en nuestra región, y se fortalezca.
México logró, junto con Argentina, producir para Latinoamérica una de las vacunas contra la Covid-19. Con Bolivia, se logró salvar la vida del expresidente Evo Morales, cuando se le brindó asilo político en nuestro país, y en marzo de 2021 se le solicitó al secretario general de la OEA, Luis Almagro, conducirse de conformidad con sus facultades y evitar posicionamientos que intentaran tener injerencia en los asuntos internos del Estado Plurinacional de Bolivia, cuyo gobierno (de Luis Arce) fue elegido en forma democrática.
Con Perú, y a petición de Pedro Castillo, presidente de esa nación, se ha establecido un puente de comunicación y cooperación entre ambos gobiernos, para compartir la experiencia mexicana en materia de programas sociales, así como para brindar apoyo, hasta donde sea posible, al pueblo y Gobierno peruanos.
En el caso de Chile, el gobierno mexicano ha encontrado convergencias alentadoras con el presidente electo Gabriel
Boric, entre las que destacan reforzar y extender la cooperación bilateral y regional; impulsar el bienestar de la población menos favorecida y avanzar hacia sociedades más igualitarias.
La Alianza Progresista cuenta, sin duda, con el apoyo de quienes han alentado el cambio y la transformación en nuestros países, es decir, de aquellas y aquellos que se han pronunciado en contra de un sistema económico excluyente, de una desigualdad social aberrante, de privilegios para una minoría y de una corrupción insostenible.
Sin embargo, no se debe perder de vista que el progresismo en nuestra región sigue enfrentando a las estructuras fundamentales de un Estado oligárquico, plutocrático, ultraconservador o tecnocrático forjado durante décadas.
Es claro que, por ejemplo, aún perviven un gran entramado de poder económico que se resiste a perder sus privilegios; un porcentaje del funcionariado estatal que sigue siendo leal al viejo régimen, a la derecha, a la ultraderecha o a los intereses del dinero; poderes judiciales cooptados por grupos de interés económico, y medios de comunicación monopólicos y no democratizados.
La Alianza Progresista es un esfuerzo que se suma a otros para combatir la dependencia económica, tecnológica o de otra índole en nuestros países, el pensamiento único o el acaparamiento de vacunas a nivel internacional.
Asimismo, es una iniciativa en favor del multilateralismo, del cuidado del medio ambiente, de la democracia directa, de la transparencia en la acción pública y de la igualdad de género, con el fin de que América Latina haga valer la voz de sus pueblos, así como su peso geopolítico en la toma de decisiones mundiales.