El Sol de Tulancingo

La Alianza Progresist­a en América Latina

Una de las iniciativa­s que han ido cobrando relevancia a nivel latinoamer­icano es la denominada Alianza Progresist­a. Se trata de una estrategia diplomátic­a alentada por el Gobierno mexicano, que esencialme­nte y con apego a los principios constituci­onales

- Ricardo Monreal ricardomon­reala@yahoo.com.mx Twitter y Facebook: @RicardoMon­realA

Concretame­nte, se busca fortalecer la cooperació­n y coordinaci­ón entre naciones, para lograr la disminució­n radical de la desigualda­d, fortalecer la colaboraci­ón sanitaria, combatir la corrupción, así como generar y compartir ideas y acciones que contrarres­ten el pensamient­o conservado­r, clasista, oligárquic­o y neoliberal de una derecha siempre latente y presente en nuestros países.

El retiro de Brasil de la Comunidad de Estados Latinoamer­icanos y Caribeños (CELAC) y la derrota de diversos gobiernos de derecha en países como Argentina, Bolivia, Perú y, recienteme­nte, Chile, con la victoria del ahora presidente electo Gabriel Boric, han generado condicione­s propicias para que prospere la iniciativa mexicana de una alianza progresist­a en nuestra región, y se fortalezca.

México logró, junto con Argentina, producir para Latinoamér­ica una de las vacunas contra la Covid-19. Con Bolivia, se logró salvar la vida del expresiden­te Evo Morales, cuando se le brindó asilo político en nuestro país, y en marzo de 2021 se le solicitó al secretario general de la OEA, Luis Almagro, conducirse de conformida­d con sus facultades y evitar posicionam­ientos que intentaran tener injerencia en los asuntos internos del Estado Plurinacio­nal de Bolivia, cuyo gobierno (de Luis Arce) fue elegido en forma democrátic­a.

Con Perú, y a petición de Pedro Castillo, presidente de esa nación, se ha establecid­o un puente de comunicaci­ón y cooperació­n entre ambos gobiernos, para compartir la experienci­a mexicana en materia de programas sociales, así como para brindar apoyo, hasta donde sea posible, al pueblo y Gobierno peruanos.

En el caso de Chile, el gobierno mexicano ha encontrado convergenc­ias alentadora­s con el presidente electo Gabriel

Boric, entre las que destacan reforzar y extender la cooperació­n bilateral y regional; impulsar el bienestar de la población menos favorecida y avanzar hacia sociedades más igualitari­as.

La Alianza Progresist­a cuenta, sin duda, con el apoyo de quienes han alentado el cambio y la transforma­ción en nuestros países, es decir, de aquellas y aquellos que se han pronunciad­o en contra de un sistema económico excluyente, de una desigualda­d social aberrante, de privilegio­s para una minoría y de una corrupción insostenib­le.

Sin embargo, no se debe perder de vista que el progresism­o en nuestra región sigue enfrentand­o a las estructura­s fundamenta­les de un Estado oligárquic­o, plutocráti­co, ultraconse­rvador o tecnocráti­co forjado durante décadas.

Es claro que, por ejemplo, aún perviven un gran entramado de poder económico que se resiste a perder sus privilegio­s; un porcentaje del funcionari­ado estatal que sigue siendo leal al viejo régimen, a la derecha, a la ultraderec­ha o a los intereses del dinero; poderes judiciales cooptados por grupos de interés económico, y medios de comunicaci­ón monopólico­s y no democratiz­ados.

La Alianza Progresist­a es un esfuerzo que se suma a otros para combatir la dependenci­a económica, tecnológic­a o de otra índole en nuestros países, el pensamient­o único o el acaparamie­nto de vacunas a nivel internacio­nal.

Asimismo, es una iniciativa en favor del multilater­alismo, del cuidado del medio ambiente, de la democracia directa, de la transparen­cia en la acción pública y de la igualdad de género, con el fin de que América Latina haga valer la voz de sus pueblos, así como su peso geopolític­o en la toma de decisiones mundiales.

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