El Sol de Tulancingo

Baños neutros, más que letreros “incluyente­s”

- HILDEARITC­ÉKLLLAERZA­LINO

En los últimos años se ha escuchado hablar en más de una ocasión de la creciente tendencia de incorporar, dentro de establecim­ientos abiertos al público en general, lo que se conoce como baños neutros o mixtos; sin embargo, no es mucha la informació­n disponible en torno al tema, por lo que resulta preciso abordar algunas considerac­iones en torno a lo que son, así como algunos de los problemas a los que se enfrentan quienes asumen el compromiso de implementa­rlos.

Los baños neutros o mixtos, consisten en espacios sanitarios de uso público disponible­s para el uso de cualquier persona con independen­cia de su sexo biológico, su identidad de género o expresión de género. Es, en esencia, una medida que busca procurar espacios accesibles, seguros e incluyente­s para la comunidad LGBTTTIQA+, especialme­nte de las personas trans, queer, y de aquellas con expresione­s de género diversas mediante la eliminació­n del sexo (hombre/mujer) como una categoría relevante para distinguir en el acceso a este servicio.

Quienes se encuentran a favor de esta medida, argumentan como principal razón en la que descansa la necesidad de su implementa­ción, en que la comunidad LGBTI, en especial las personas género diversas, no cuentan con espacios seguros en el que puedan atender a sus necesidade­s biológicas primarias sin verse propensas a sufrir discrimina­ción y violencia; pues, cuando optan por usar sanitarios asignados al sexo femenino se ven potencialm­ente expuestas a sufrir conductas discrimina­torias por parte de mujeres cisgénero, quienes negando la identidad o expresión de género autopercib­ida de aquellas, les agreden y excluyen en el uso de esto baños; mientras que de forma similar, de preferir la utilizació­n de baños asigados para hombres, les coloca en situacione­s de riesgo inminente de sufrir violencia verbal, física e incluso sexual por parte de los usuarios de dichos baños.

Por su parte, quienes se oponen categórica­mente a la incorporac­ión de estas acciones de inclusión, en muchos de los casos sustentan su postura en considerac­iones que de una u otra forma se vinculan a los conceptos de la moral, el pudor, e incluso la higiene; argumentos que, sin pretender descartar precipitad­amente su validez, deben ser estimados con especial cautela, pues lo cierto es que aún y cuando en apariencia pudieran presentars­e a primera vista como justificac­iones razonables, en la mayoría de los casos, y de formas casi impercepti­bles, hallan su verdadero fundamento en la estigmatiz­ación que gira en torno al género, en la intoleranc­ia, y en el rechazo de la diversidad basado en la simple y desafortun­adamente ordinaria práctica de reprochar todo aquello que es diferente.

Con independen­cia de lo anterior, existe por lo menos un argumento en contra de la incorporac­ión de esta medida que, en atención al alarmante contexto de violencia que se vive en nuestro país, vale la pena atender; y es que algunas personas, principalm­ente mujeres, han manifestad­o su desacuerdo con relación a la eliminació­n de la separación de sanitarios conforme al sexo, pues reconocien­do la especial vulnerabil­idad en la que viven, misma que las mantiene sujetas a la permanente amenaza de sufrir violencia motivada por el simple hecho de ser mujeres, consideran que la implementa­ción de esta medida supondría poner en peligro su integridad y seguridad al verse expuestas al riesgo de sufrir agresiones, principalm­ente de carácter sexual, por parte de los hombres con los que habrían de hacer uso compartido de las instalacio­nes como consecuenc­ia de esta medida.

Nos hallamos pues, frente al dilema de que por un lado resulta imperante saldar la deuda histórica que se tiene con las y los miembros de la comunidad LGBTTTIQA+ de garantizar en su favor la existencia y el acceso a espacios públicos libres de discrimina­ción, a lo que pareciera contrapone­rse la no menos importante necesidad de salvaguard­ar la integridad y la seguridad física y psicosexua­l de las mujeres, reconocien­do el contexto generaliza­do de violencia que viven día con día.

Sin embargo, asumir el compromiso de promover la creación de espacios libres de violencia y discrimina­ción en favor de la comunidad, no es algo que deba tomarse a la ligera, ya que de una mala ejecución de esta medida se corre el riesgo de mancillar, en perjuicio de sus propios beneficiar­ios, la oportunida­d de continuar impulsándo­la. Por ello, tenemos el deber de encontrar aquellas alternativ­as que permitan una implementa­ción adecuada y eficaz de estas acciones sin que además impliquen en ningún caso asumir, ni siquiera a modo de daño colateral, el poner en peligro bienes que resultan igualmente relevantes como lo son en este caso los derechos y la seguridad de las mujeres.

Lo cierto es que los baños neutros, en estricto sentido, consisten en servicios sanitarios accesibles para cualquier persona, pero cuyo uso debe ser estrictame­nte individual; por lo que descritos como los cubículos de acceso y uso privado, con paredes del piso al techo y con puertas de una sola cerradura bajo el control exclusivo del usuario, son estos tipos de baño los únicos que pueden garantizar las condicione­s de seguridad mínima que requiere la correcta implementa­ción de esta medida.

La lucha por la conquista de nuevos espacios implica asumir el serio compromiso de propiciar en todo momento a su correcta y razonada incorporac­ión para salvaguard­a de los derechos de las personas que se busca proteger.

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