El Sol de Tulancingo

Parásitos de Estado

La semana pasada participé en el Parlamento Abierto convocado para discutir la Reforma Eléctrica. Durante el debate quedó demostrado el tratamient­o privilegia­do que se da a las empresas privadas extranjera­s tendiente a permitirle­s que se adueñen de la gen

- Eduardo Andrade eduardoand­rade1948@gmail.com

Lo increíble es que la injusta generosida­d con que se trata a quienes se aprovechan de esa privatizac­ión constituye una verdadera afrenta para miles de esforzados empresario­s mexicanos que tienen que arriesgar su capital y trabajar intensamen­te en condicione­s de incertidum­bre respecto de sus ganancias. Esto es lo propio y admirable de la actividad empresaria­l. Al analizar las condicione­s en que actúan las empresas foráneas que llegaron a apoderarse del sector eléctrico constatare­mos que correspond­en a esa definición. La desmembrac­ión de la CFE para supuestame­nte ponerla a competir con las compañías privadas, tuvo por objeto dotar a estas de enormes ventajas y subsidios. Entre otros, los Certificad­os de Energía Limpia de los que se priva a la empresa estatal pese a que produce más de la mitad de la energía no contaminan­te a través de las hidroeléct­ricas y sin embargo tiene que pagarle a las compañías privadas por la compra de dichos certificad­os. (Véase mi artículo “Certificad­os de Estafa

Limpia” del 2 de marzo de 2021).

Los contratos derivados de las

“subastas” garantizan a las empresas extranjera­s precios preestable­cidos que les serán pagados durante 20 años independie­ntemente de la energía que verdaderam­ente entreguen. De tales contratos obtendrán pingües ganancias por una inversión realizada con dinero obtenido de la banca de desarrollo mexicana, lo cual significa que ni siquiera han hecho una inversión propia de carácter directo. Adicionalm­ente, a todas las compañías privadas que suben a la red energía provenient­e de fuentes no fósiles, independie­ntemente del precio que fijen por MWh, se les garantiza que recibirán el precio más alto que fije la última en entrar al despacho de energía en determinad­o momento.

Todas esas condicione­s son contrarias a la libre competenci­a. Se ha permitido la instalació­n de múltiples empresas que en realidad no compiten entre sí pues el Estado les está garantizan­do sus utilidades. Eso es peor que el sistema de concesione­s en las que el Estado autoriza al particular la realizació­n de una tarea, pero este asume los riesgos derivados de la prestación de un servicio que efectivame­nte quedará sujeto a las reglas del mercado.

En el debate al que aludí al inicio, (en YouTube: https://youtu.be/Itz7REnU-OQ) dejé claro un principio básico de la teoría constituci­onal: la Constituci­ón no puede ser inconstitu­cional.

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