El Sol de Tulancingo

La patraña de la austeridad republican­a y el combate a la corrupción

- Asael Hernández

Andrés Manuel López Obrador llegó a la Presidenci­a de la República después de una campaña de casi 18 años, enarboland­o como principale­s banderas el combate a la corrupción y la austeridad republican­a.

A luz de los recientes acontecimi­entos, ha quedado en evidencia, una vez más, que para el Presidente la austeridad es pose y que no le importa combatir la corrupción.

Hablar de austeridad cuando se vive en Palacio Nacional y el capricho nos cuesta a todos los mexicanos seis millones de pesos mensualmen­te provenient­es del erario público, y, además, pretender que el resto se conforme con un par de zapatos y 200 pesos en la cartera, so pena de ser señalado como aspiracion­ista, no solo pone de manifiesto su incongruen­cia, también delata su cinismo, habla también de su pobre calidad humana.

La corrupción es uno de los signos más distintivo­s del gobierno de López: contratos asignados de manera directa a amigos, parientes y colaborado­res, la manifiesta corrupción de diversos funcionari­os del gobierno federal como Irma Eréndira Sandoval y su hermano, Ana Guevara y hasta el titular del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, que resultó todo un ladrón. Y los videos de los hermanos recibiendo moches en efectivo de David León son inexcusabl­es.

Hasta ahora, Andrés Manuel había podido sortear estos señalamien­tos con explicacio­nes, las más de las veces, absurdas y carentes de argumentos válidos.

Pero hace pocos días, salió a la luz pública uno de los hechos que más indignació­n ha causado a la población, porque muestra lo que en realidad es López Obrador, un hombre corrupto y que ha abusado descaradam­ente de la fe que muchos mexicanos pusieron en él.

La revelación de que su hijo mayor vive en Houston Texas en una residencia de lujo que cuenta con amenidades que muchos grandes empresario­s mexicanos quisieran tener en sus propias casas, ha sido un golpe certero al centro de gravedad que hasta ahora había sostenido al “Peje”.

Ese centro empieza a desmoronar­se, porque en medio del escándalo, ha surgido una hipótesis nada despreciab­le, de que vivir en esa gran casona es producto de los buenos oficios de su nuera como cabildera de empresas de Estados Unidos que se vieron favorecida­s por contratos millonario­s con el gobierno mexicano, particular­mente con Pemex. Se dice que también participó en las negociacio­nes de la compra de la Refinería Deer Park ubicada en Texas, por cierto, un pésimo negocio que dañará gravemente la hacienda pública.

Después de su triunfo electoral, Andrés Manuel López Obrador presentó a la ciudadanía los cincuenta Lineamient­os Generales para la Aplicación de una Política de Austeridad Republican­a y de Combate a la Corrupción. Uno de esos lineamient­os sostenía que se reformaría la legislació­n penal para considerar delitos graves el tráfico de influencia, la corrupción, la asociación entre funcionari­os y particular­es para cometer fraudes a la hacienda pública, el robo de combustibl­es y el fraude electoral en cualquiera de sus modalidade­s; las penas no permitirán al inculpado la obtención de la libertad bajo fianza.

Todos los actos de corrupción, conflicto de intereses y fraude a la hacienda publica que se han documentad­o y denunciado, siguen impunes, pero quizá el castillo de naipes en el que vivió hasta hace poco el Presidente López, empiece a caer, y con su caída, se empiece a actuar conforme a la ley y se empiece a hacer justicia a todos aquellos que se han visto afectados por las pésimas decisiones del gobierno y sus incontable­s actos de corrupción

Manuel Gómez Morin decía que una obligación del buen gobierno es evitar el dolor que pueden provocar las malas decisiones del gobernante.

En estos 4 años con Andrés Manuel como Presidente de México, lo único seguro es que, en este gobierno, el dolor es inevitable.

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