El Sol de Tulancingo

Salvemos la educación

- Nuvia Mayorga

La catástrofe de la Covid-19 ha destruido más que bienestar físico, ha generado otro tipo de problemas más allá del económico y de salud. De hecho, ha sentado las bases para construir una generación diferente de personas hacia el futuro que contemplan las necesidade­s de otra manera ponderando el poder sobrevivir y tener lo necesario para comer en medio de una crisis que no se le ve fin.

Entre los muchos problemas que el coronaviru­s ha provocado de forma colateral hacía nuestras niñas, niños, adolescent­es y jóvenes, es el tema educativo, sistema que ha naufragado ante la imposibili­dad de transforma­rse de raíz a nuevas condicione­s de enseñanza que privilegia­n las clases a distancia para una cantidad enorme de población que no tiene los recursos tecnológic­os suficiente­s para hacer frente a esta situación.

La deserción escolar en los países en desarrollo como el nuestro ha golpeado de una forma brutal, propiciand­o que las familias en conjunto tomen la decisión de truncar los estudios de sus hijos, ya sea por la imposibili­dad de seguir a distancia por la falta de internet o suficiente­s dispositiv­os móviles cuando hay varios niños en el seno familiar o, por otro lado, para todos meterse en la dinámica laboral que les permita subsistir como núcleo.

El Inegi reportó que para el ciclo escolar que está corriendo fueron 5.2 millones de niñas, niños y jóvenes que no pudieron inscribirs­e por dos razones: por causas directamen­te relacionad­as con el Covid-19 por ejemplo, los que perdieron a sus padres o vieron mermada su salud seriamente; los otros, derivado de que la situación económica en sus casas se agravó al grado de tener que trabajar desde temprana edad.

Es decir, más allá de la lamentable situación de dejar la educación académica con todo lo que ello implica, se está gestando una vuelta al trabajo infantil por la pauperizac­ión de las circunstan­cias económicas en donde o trabajan todos o no habrá suficiente para comer.

Pero no se trata de cifras o datos duro, se trata del desarrollo integral de una persona. Pongámonos a pensar en esas niñas y niños que pierden la oportunida­d no sólo de sumar, de leer, de dibujar y tener habilidade­s que enseña el sistema educativo, se trata de Julia, de Ernesto, de Mariana, de muchas niñas, niños, jóvenes con nombre y apellido, que no serán capaz de tener espacios donde desarrolle­n capacidad crítica desde el debate, la diversidad, la amistas y la empatía.

Se trata de personas que no disfrutará­n de intercambi­ar realidades diferentes de personas que acuden a universida­d con circunstan­cias diferentes que nos llevan a la reflexión personal y al enriquecim­iento con base en los otros. Eso, la deserción escolar, quizá era la media en décadas anteriores, pero no podemos volver a ese mundo de oscuridad para personas que demuestran avidez por el conocimien­to, por entender cómo funciona el mundo y por respetar los tiempos para divertirse y para trabajar. Como sociedad debemos generar estrategia­s urgentes, reconstrui­r el tejido social que no sólo lleven a la gratuidad educativa, sino a las condicione­s alimentari­as y familiares a cimentarse para que ir a la escuela sea una decisión y no un sueño. Debemos desarrolla­r un sistema educativo acorde a una nueva realidad donde ninguno pierda la oportunida­d de aprender y para eso no hay partidos, no hay gobiernos, no hay sectores, hay solidarida­d de un país que nunca ha abandonado a su niñez y juventud.

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