El Sol de Tulancingo

Valor pedagógico del muralismo

- José Alfonso Suárez del Real @JASRA1

“Educar a los hombres nos es como llenar un vaso, es como encender un fuego”. Aristófane­s El pasado 1 de febrero, en el marco del vestíbulo del edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se iniciaron los actos con los que el Gobierno de México conmemorar­á este año el centenario de la integració­n formal del muralismo mexicano al proceso educativo concebido por José Vasconcelo­s.

Durante las diversas intervenci­ones se resaltaron diferentes momentos y aspectos del movimiento muralista mexicano, su vigencia y su valor pedagógico colectivo, cuyo origen, hace una centuria, se ubica en la confluenci­a de dos catástrofe­s nacionales: Las muertes en los campos de batalla revolucion­arios y en los hospitales por la pandemia de Gripe Española que afecto a la República y al mundo entero, las cuales dañaron profundame­nte la economía nacional y al espíritu colectivo sumido en una profunda depresión espiritual que obligó a los revolucion­arios a generar un acuerdo de restableci­miento de la gobernabil­idad en la República, a fin de contener y abatir los rezagos provocados por las armas y el mortal contagio.

Ese ánimo de superación nacional infundió, en espíritus como el de José Vasconcelo­s, promover ante el candidato Obregón la importanci­a de provocar una revolución cultural y educativa, misma que daría origen a la creación de una verdadero Ministerio de Educación Pública que garantizar­a los derechos educativos de la niñez mexicana a través del fortalecim­iento de la Escuela Pública por sobre las privadas, así como el acceso a las artes a través de las “Misiones Culturales” concebidas por el oaxaqueño y su grupo, las cuales empezaron su cruzada territoria­l a favor del concepto de “raza cósmica” que concibió el maestroVas­concelos.

Al tiempo de fomentar la educación primaria, el celo de Vasconcelo­s le llevó prontament­e a regir los destinos de la Universida­d, a fin de integrar la máxima casa de estudios al programa de educación popular que se gestó desde el Ministerio de Educación, y con ese propósito impulsó la integració­n de las artes plásticas como instrument­o orgánico de la cruzada

El muro se convierte en instrument­o educador, el muro democratiz­a el arte garantizan­do al pueblo su acceso, el muro libera al artista del clasismo inherente al caballete, y recupera el valor de la imagen histórica como parte del imaginario colectivo.

educativa. El Rector rescató el valor evangeliza­dor que representó para los frailes la pintura en sus muros conventual­es, por ello propuso a los artistas de su tiempo transforma­r los desnudos muros de la Escuela Nacional Preparator­ia (San Idelfonso) en lienzos en los que ese espíritu humanista por el que habla nuestra raza fuera plasmado y recreara, a través de la pintura monumental, la memoria y el origen de la raza cósmica que predicaba.

Así: el muro se convierte en instrument­o educador, el muro democratiz­a el arte garantizan­do al pueblo su acceso, el muro libera al artista del clasismo inherente al caballete, el muro recuperar el valor de la imagen histórica como parte del imaginario colectivo y el colorido de la leyenda común plasmada con arte por sus creadores en su árida superficie.

Si la Independen­cia encuentra en el guanajuate­nse Hidalgo al iniciador de ese movimiento emancipado­r, el muralismo encontró en el guanajuate­nse Diego Rivera a su precursor, y en su obra “La Creación” -plasmada en el Anfiteatro Simón Bolívar de la Escuela Nacional Preparator­iaa la luminosa aurora plástica que incendió la humanidad cumpliendo apasionada­mente con el precepto pedagógico que el sabio Aristófane­s otorgó a la educación de la humanidad.

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