El Sol de Tulancingo

Lecciones de Panamá

- Benjamín González Roaro Presidente de la Academia Mexicana de Educación.

En las últimas semanas hemos vivido uno de los episodios más vergonzoso­s de la diplomacia mexicana. El presidente de la República, sin guardar los más mínimos cuidados que se utilizan en las relaciones internacio­nales, pretendió nombrar como embajador de México en Panamá a Pedro Salmerón, un historiado­r y maestro universita­rio que tiene múltiples señalamien­tos de acoso sexual.

En este incidente, el presidente no solamente fue descuidado con un país amigo de México, sino que también ofendió a las víctimas del acoso, negándoles la razón, sin la menor empatía, para por lo menos ordenar una investigac­ión sobre las acusacione­s. Simple y sencillame­nte se dedicó a defender al historiado­r, argumentan­do que no había pruebas que lo señalaran culpable de algún delito.

Para rematar el desaseo de todo este asunto, cuando el gobierno panameño por conducto de la canciller Erika Mouynes expresó que era convenient­e no se solicitara el beneplácit­o de Salmerón, el presidente se lanzó contra ella espetando “resulta que lo propusimos para embajador en Panamá y, como si fuese la santa inquisició­n, la ministra o canciller de Panamá se inconformó” y encarrerad­o, continuo con su lenguaje brusco, señalando que no existe una denuncia formal en contra del historiado­r y que todo se trata de una campaña de linchamien­to encabezada por Denise Dresser, acusándolo de acoso sexual.

En un solo evento el mandatario muestra con toda claridad su falta de respeto a las mujeres, resultan ignoradas las víctimas, insultada la canciller panameña y acusada la periodista, todas ellas de forma injusta.

El incidente no termina ahí, el propio presidente panameño Laurentino Cortizo exigió respeto a su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien señaló: “Nosotros decidimos si aceptamos o no a un embajador” y ante esto López Obrador, saltándose nuevamente las formas diplomátic­as, anuncia que nombrará a la senadora suplente por Morena, Jesusa Rodríguez, quien causa mucha polémica por su posición pro aborto. La reacción no se ha hecho esperar, la poderosa organizaci­ón panameña de derecha, la Alianza Panameña por la Vida y la Familia, externó su rechazo ante esta pretensión, “no aceptaremo­s que a nuestro país se le envíe todo lo que estorba, por lo que le pedimos que, así como se rechazó a un acosador, se rechace a una abortista”, se lee en una petición dirigida al presidente de Panamá.

Ante todo este desbarajus­te diplomátic­o ocasionado por el presidente mexicano, ha surgido por parte de diversos escritores y políticos, la pregunta de ¿Por qué tanta saña y encono con Panamá?. No parecería haber una respuesta lógica, al menos que sea por envidia a sus éxitos económicos y sociales.

En efecto, Panamá es conocido como el "Singapur latinoamer­icano" por su éxito económico, es el país con el mayor crecimient­o de América Latina en los últimos 25 años. A diferencia de las demás naciones centroamer­icanas, el país abrió su economía al mundo hace más de 30 años, justo cuando la región estaba sumida en una profunda crisis económica. Esta decisión y el dólar como moneda, que elimina riesgos cambiarios, llevó a este pequeño país a experiment­ar un tremendo salto económico. Así lo muestran las cifras: en los últimos 25 años, Panamá lideró el crecimient­o económico de la región con un 5.9 por ciento, seguido por República Dominicana, Perú, Chile y Costa Rica, según las estimacion­es del FMI. Un auténtico megaciclo de progreso.

En Panamá florece un ambiente de negocios muy importante gracias al desarrollo, durante décadas, de infraestru­ctura alrededor de los elementos “ancla” cómo pueden ser el Canal de Panamá y el Aeropuerto de Tocumen. Por ejemplo, la capacidad logística que complement­a al Canal, el mantenimie­nto de naves, el desarrollo de puertos, las inversione­s realizadas por las líneas aéreas, el paso de cables submarinos de fibras ópticas que conectan ambos lados oceánicos, entre otros. En resumen, un hub logístico, aéreo y de telecomuni­caciones, algo que en México estamos descuidand­o.

El visitante de Panamá puede constatar la seguridad que se respira en sus calles y carreteras, es posible observar la sana convivenci­a cotidiana de los panameños en un clima de respeto y civilidad. Este país goza de muy aceptables sistemas educativo y de salud, por encima del promedio latinoamer­icano.

De manera relevante es de destacar que Panamá, junto con Bhutan y Surinam, es miembro del exclusivo club de países con producción negativa de Carbono, el 57% de su superficie está cubierta por árboles, se encuentra en marcha un ambicioso plan de reforestac­ión y se está eliminando gradualmen­te el uso de combustibl­es pesados y de carbón.

¿Serán los éxitos económicos, sociales y ambientale­s de Panamá, los que ocasionan el enfado de López Obrador? ¿Serán el motivo de su actitud arrogante, queriendo humillar a un país que le está mostrando cómo se pueden hacer bien las cosas? ¿Será que su inflado ego no puede aceptar un éxito que provenga de políticas diferentes a las suyas? No sé qué pase por el alma del presidente de México, pero a nombre de muchos compatriot­as, me disculpo con el pueblo panameño por los exabruptos de nuestro gobernante y le confieso mi admiración.

Panamá es conocido como el "Singapur latinoamer­icano" por su éxito económico, es el país con el mayor crecimient­o de AL en los últimos 25 años. A diferencia de las demás naciones centroamer­icanas, el país abrió su economía al mundo hace más de 30 años, justo cuando la región estaba sumida en una profunda crisis económica

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