Infiernos inimaginables
En Zacatecas estamos consternados y de luto por el cruel e inhumano asesinato de Valeria, Alexia, Natalio, Irving y Luis Ángel, jóvenes universitarios. A esta tragedia, sumemos los asesinatos en Fresnillo de Ángel de 13 años y su hermana Lisa de 22 años,
El llanto desgarrador de sus padres y sus seres queridos estremece, indigna a todo un pueblo que anhela la paz desde hace muchos años. ¿Cómo explicar a una madre a un padre que no volverán a ver a sus hijos? Es difícil encontrar una respuesta. Sólo queda insistir a las autoridades de los tres niveles de gobierno rediseñen las políticas de seguridad e implementen acciones contundentes para sanear el tejido social y llegue la tranquilidad a todo el estado.
Tan grave es la situación que no podemos esperar estrategias a mediano o largo plazo. Corremos el riesgo de seguir normalizando la violencia criminal que se esparce como un cáncer y cada día debilita todas las estructuras del Estado y de la sociedad. Ignorar el problema es dejar en la más absoluta indefensión y zozobra a la población que hoy teme salir para hacer su vida de manera cotidiana.
Debemos combatir la delincuencia, utilizando los aparatos de inteligencia y reforzando los cuerpos de seguridad en nuestra entidad, pero también debemos generar condiciones y oportunidades de desarrollo para todos los zacatecanos. La muerte es una cotidianidad. Duele saber que en promedio se cometen cinco homicidios diariamente. Que los asesinatos se han incrementado en un 10 por ciento.
En 2019 desaparecieron 380 personas, en el 2020, 581; en el 2021 superamos los 700 desaparecidos; y en este 2022, que apenas inicia, van 95 personas desaparecidas, como reportan colectivos de búsqueda.
No más jóvenes y niños asesinados. No más policías acribillados. No más familias desplazadas. No más huérfanos. No más empresarios extorsionados. No más secuestros. No más violencia. No más muerte.