Cumbre África y Europa
La pandemia de Covid-19 retrasó durante dos años la celebración de la VI Cumbre entre la Unión Europea (UE) y la Unión Africana (UA) pero, finalmente, se realizó el pasado 17 y 18 de febrero. La reunión congregó a alrededor de 70 jefes de Estado y de Gobierno, representantes de los 27 países miembros de la UE y 55 de la UA.
La reunión permitió mostrar el interés europeo en retomar su papel como socio estratégico de África. A pesar de la distancia geográfica, China es ya el principal inversor en territorio africano, principalmente en infraestructura. Las precondiciones más laxas que las europeas, le han permitió a diversos gobiernos africanos acceder a financiamiento chino sin revisiones previas sobre su nivel de democracia o, incluso, de la viabilidad climática de los proyectos.
Para contrarrestar esta creciente e inevitable influencia, los europeos se comprometieron a destinar 150 mil millones de euros en tres grandes áreas de importancia en África: inversión, salud y educación. Hay un interés genuino en recuperar la relación especial porque la geografía es inamovible, y la seguridad del continente europeo depende en gran medida de la estabilidad política y económica de su frontera sur.
La preocupación sobre el terrorismo en África se encuentra latente. En varias zonas del continente las instituciones del Estado no han logrado detener el avance de grupos radicales. Tras la recientemente anunciada salida de las tropas francesas de Mali se ha puesto en duda el compromiso europeo con atender la crisis de seguridad en la zona. El Sahel lleva ya tiempo fungiendo como refugio de grupos extremistas que, en cualquier momento, podrían ser lo suficientemente eficaces para representar una amenaza internacional.
La VI Cumbre UE – UA resultó en el anuncio de interesantes compromisos, principalmente de inversión. Sin embargo, los recursos financieros no serán suficientes frente a problemas tan complejos como la inseguridad y el terrorismo. El trabajo entre ambos bloques se vislumbra positivamente. Sin embargo, las prioridades europeas podrían desviar la atención y retrasar los proyectos.