El Sol de Tulancingo

El Chamizal y Ucrania, el absurdo nacionalis­mo

Hoy se cumplen 58 años de una de las “proezas diplomátic­as más importante­s” en las que haya participad­o nuestro país. El 25 de febrero de 1964 el Presidente Adolfo López Mateos recibe simbólicam­ente El Chamizal, territorio en litigio con Estados Unidos de

- Ricardo Peralta

El Chamizal se trata de un parque justo en la frontera de Estados Unidos con México, entre Ciudad Juárez y la ciudad de El Paso. Originalme­nte el parque se encontraba al sur del río Bravo, la frontera natural entre ambos territorio­s, límite internacio­nal en 1848. Sin embargo, en 1884 se acordó que si el río cambiaba su curso por razones naturales, esto podría alterar el límite entre ambos países. Así, el río fue moviéndose con el paso de los años hacia el sur, situando al parque El Chamizal dentro de territorio estadounid­ense.

En 1911 se estableció un arbitraje para solucionar el problema de los territorio­s de El Chamizal, pero el país vecino hizo caso omiso.

Entre 1911 y 1963 muchos presidente­s de ambos países intentaron solucionar el conflicto sin resultados favorables para nuestro país. Finalmente, en 1962 el presidente Keneddy decidió aceptar la resolución del arbitraje de 1911 y ceder gran parte de El Chamizal a México.

Ha servido este territorio como una narrativa de uso histórico, ya que el parque no cuenta con las grandes riquezas naturales; tiene un monumento de Benito Juárez a escasos 30 metros de la línea divisoria con los Estados Unidos y a otros 30 de un muro de más de 7 metros de altura que delimita la división política entre nuestro país y los Estados Unidos.

La disputa por el territorio duró más de un siglo y no fue sino hasta que se firmó la recuperaci­ón del territorio entre John F. Kennedy y Adolfo López Mateos.

Este territorio que hoy se conmemora su anexión a nuestro país, tiene una analogía interesant­e con la problemáti­ca que hoy se suscita entre Rusia y Ucrania pues se trata también dentro de una de las múltiples sumas de razonamien­tos políticos, históricos, sociales y económicos que se remontan a la administra­ción de la última zarina rusa que se tiene registro.

Estos territorio­s formaban parte del gran imperio ruso y ante la caída instaurada por la revolución bolcheviqu­e y la creación de la Unión de Repúblicas Soviéticas y Socialista­s (URSS), quedó anexada a la federación rusa.

Ante la caída del muro de Berlín y el fin de la guerra fría y la desintegra­ción de los territorio­s de dicha federación, la independen­cia y la idea separatist­a crearon diversas repúblicas, entre ellas Ucrania.

La similitud entre ambas circunstan­cias, El Chamizal y Ucrania, tienen un alto tinte nacionalis­ta; para unos motivo de orgullo y para otros ausencia de mundo.

Yo coincido con la frase de Charles de Gaulle que reza: “patriotism­o es cuando el amor por tu propio pueblo es lo primero; nacionalis­mo, cuando el odio por los demás es lo primero”.

Sin duda cualquier conflicto bélico será motivo de rechazo, pero más aún cuando se funda sobre la base de un nacionalis­mo que raya en el fascismo.

La disputa por el territorio duró más de un siglo y no fue sino hasta que se firmó la recuperaci­ón del territorio entre John F. Kennedy y Adolfo López Mateos. Este territorio que hoy se conmemora su anexión a nuestro país, tiene una analogía interesant­e con la problemáti­ca que hoy se suscita entre Rusia y Ucrania pues se trata también dentro de una de las múltiples sumas de razonamien­tos políticos, históricos, sociales y económicos que se remontan a la administra­ción de la última zarina rusa que se tiene registro.

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