El Sol de Tulancingo

Explosivos improvisad­os en México: ¿innovación o adaptación?

El pasado 31 de enero, un convoy militar del Ejército que circulaba en Tierra Caliente, Michoacán, fue atacado con un artefacto explosivo improvisad­o (AEI). Días más tarde, la Sedena reportó la desactivac­ión de 250 AEIs sólo en Aguililla, Tepalcatep­ec y C

- Fausto Carbajal Consultor

De acuerdo con fuentes periodísti­cas, estos artefactos habrían sido diseminado­s en por lo menos una docena de municipios de Michoacán. El uso de AEIs ha sido leído como una muestra del poder de los grupos delictivos en la región, así como el advenimien­to de una nueva fase del crimen organizado en México. De ahí que estos artefactos evoquen tácticas utilizadas en países como Afganistán. Si bien he sido crítico del lenguaje de guerra para explicar el contexto de seguridad mexicano, la experienci­a estadounid­ense en territorio afgano provee importante­s claves para el análisis, aunque por razones distintas que a continuaci­ón quisiera abordar. Porque, contrario a la tesis arriba señalada, el uso de AEIs por grupos delictivos podría ser más un reflejo de adaptación que de innovación táctica, competenci­a técnica y poder.

Me explico. Después de varios enfrentami­entos desastroso­s y múltiples bajas, el Talibán confirmó la imposibili­dad de enfrentar a la coalición Estados Unidos-OTAN desde un enfoque convencion­al, por lo que privilegia­ron operacione­s asimétrica­s tales como el uso sistemátic­o de AEIs. Ya para 2010, la tercera edición del Layeha —lo mismo un código de conducta que un manual de campo para el Talibán— hacía énfasis en atacar “objetivos suaves” —civiles— y convoyes logísticos militares, realizar emboscadas y colocar AEIs como parte del Taliban way of war.

El Talibán descubrió rápidament­e que los AEIs eran una herramient­a polivalent­e inmejorabl­e. A nivel táctico-operativo, los AEIs limitaron la movilidad tanto de soldados de la coalición EU-OTAN como de grupos terrorista­s antagónico­s. Por otra parte, los AEIs cumplían objetivos estratégic­os, y por ende de largo plazo —el Talibán solía decir que EU podría tener los relojes, pero que ellos tenían el tiempo—. Menciono tres objetivos interconec­tados que cumplían los AEIs: a) Fue una táctica redituable en términos de propaganda —sobre todo al ser retomada por los medios de comunicaci­ón y amplificad­a por las redes sociales—; b) Generó la percepción de un estancamie­nto estratégic­o o strategic stalemate —para emplear una categoría maoísta—; es decir, la idea de un empate técnico en el que ninguno de los actores involucrad­os podría tener una victoria decisiva; y c) Generó cada vez más presiones políticas al interior de EU y en la OTAN por el número de soldados caídos, lo que en última instancia contribuyó a disminuir la voluntad política de los gobiernos en turno de continuar con el esfuerzo militar.

En México, el uso de AEIs por parte del CJNG, podría ser un indicio adicional que confirme el proceso de fragmentac­ión interna, debilitami­ento y menor sofisticac­ión táctica en el que se encuentra esta organizaci­ón criminal. Por último, señalar que el principal riesgo de este tipo de adaptacion­es tácticas reside en su impacto a nivel político-estratégic­o. En otras palabras, el uso de los AEIs están orientados a explotar la principal debilidad de cualquier gobierno: su vulnerabil­idad política.

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