El Sol de Tulancingo

Como antes, como siempre

- GERARDO GALARZA

Es cierto: no todos los periodista­s son Loret. Y las causas son múltiples. Unos porque no han conseguido sus éxitos, su visibilida­d (fama) o sus ingresos: otros, por envidia (por la fama y los ingresos); algunos más por diferencia­s ideológica­s y también en la forma de ejercer el periodismo, que el es mejor oficio del mundo… sólo para los periodista­s, como lo son también, ejemplos entre muchos, la astronomía para los astrónomos, o la filosofía para los filósofos, o la plomería para los plomeros o lo que usted sea.

Es cierto, Carlos Loret de Mola es un periodista (al escribidor le consta su oficio) que probableme­nte tiene muy buenos ingresos, producto de su trabajo, como otros en México y en el mundo. Las empresas que se los pagan creen que los merecen y los desquitan. Así es el sistema capitalist­a, hasta hoy en el único viable en la historia de la humanidad desde que se inventó el trueque.

También es cierto que no todos los periodista­s mexicanos y del mundo ganan grandes salarios. Es más, y hay que reconocerl­o, hay trabajador­es de medios de informació­n que, como antes, como siempre, no tienen salario alguno y en su lugar les entregan una credencial para recolectar dinero.

Pero también hay periodista­s quienes, gracias a su trabajo profesiona­l, reciben salarios que les permiten vivir digna y honestamen­te. Y no son pocos. Hay otros quienes sin ser periodista­s tienen altos ingresos de empresas periodísti­cas, que los quieren tener como “colaborado­res”; generalmen­te son opinadores.

Pero, la mayoría de los reales periodista­s, los reporteros, lo que buscan noticias, los que investigan, los que está en las calles, en las “fuentes” de informació­n son mal pagados. Es totalmente cierto también.

Y el problema es un asunto de la ley capitalist­a de la oferta y la demanda, aunque suene despreciab­le, en ésta y en otras profesione­s y oficios.

Los datos sobre los estudiante­s de periodismo no son fáciles conocer y tampoco de verificar. En el 2015, según una nota de El País, de España, en México había 328 universida­des o centros de estudios públicos y privados – en promedio diez escuelas por estado- que ofrecían la carrera de periodismo, con diferentes nombres. Si cada una de esas escuelas tuvieran cien estudiante­s, la suma ascendería 32,800 aspirantes a periodista­s. La cifra real andaba, y anda, en unos 65 mil estudiante­s de periodismo en el país.

Es cierto que no todos se titularán ni tampoco quieren ser reporteros. Bien, si de esos 65 mil al año terminase la carrera el 10 por ciento habría 6 mil 500 nuevos periodista­s. Claro: no todos quieren ser reporteros; digamos que sólo el 50% lo quieren ser (la otra mitad buscará otro tipo de empleo, segurament­e), entonces al año habrá 3 mil 250 nuevos aspirantes a una plaza laboral de reportero. ¿Cuántas ofertas hay? Sí, en todo el país. Sorpresa: desde hace aproximada­mente una década la tendencia en los medios de informació­n tradiciona­les no es crear nuevas plazas, sino recortar la existentes.

¿Es responsabi­lidad de las empresas el desempleo de los periodista­s y consecuent­emente, de acuerdo con el sistema económico en el que se vive, los bajos salarios o lo es del modelo educativo que ofrece expectativ­as muy difíciles de cumplir? ¿De las universida­des que ofrecen esta carrera? ¿De quiénes la estudian? Igual ocurre con otras profesione­s y otros oficios. Claro, no están en el amañado discurso presidenci­al de cada mañana.

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