El Sol de Tulancingo

TOMAN LAS ARMAS

LA INVASIÓN DE RUSIA HA MOVILIZADO A CIENTOS DE CIVILES, ENTRE ELLOS DEPORTISTA­S QUE SE ENLISTARON EN EL EJÉRCITO

- POR JOSÉ ÁNGEL RUEDA

El mensaje del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, fue claro.

“Tenemos un ejército poderoso y nuestros habitantes son también un poderoso ejército”, aseguró el jueves, cuando la invasión de Rusia era inevitable.

En aquel momento, sus palabras parecían tan sólo parte de un discurso retórico, pero la crueldad de la guerra, una vez más, ya ha traspasado los límites de la ficción, mientras que cientos de civiles ucranianos defienden con honor su territorio ante el avance de las tropas enemigas.

La imagen es desoladora. Padres de familia despidiénd­ose de sus esposas y sus hijos. Una escritora que deja la pluma y el papel por una pistola, y que eventualme­nte se encuentra con una muerte impensada hasta en los libros.

Los oficinista­s que de un día a otro cambian los reportes por las granadas, y los deportista­s, que se bajan del ring o se alejan de las canchas para librar otro tipo de batallas, acaso mucho más reales que las que marca la retórica siempre bélica del deporte.

La guerra, planteada desde un mundo que se reinventa a cada instante, ha quedado documentad­a en las redes sociales. Son muchos los deportista­s que ante la invasión rusa han decidido enlistarse en el ejército.

Los hermanos Vitali y Vladimir Klitschko, reconocido­s campeones en los pesos pesados, por ejemplo, cambiaron las fotografía­s de sus épicas batallas dentro del ring por mensajes de paz.

Ambos boxeadores han llenado sus perfiles de videos donde piden el alto al fuego, pero también dejaron claro que no temen tomar las armas para defender su patria.

Hoy civiles han sido bombardead­os por los cohetes. Está pasando en el corazón de Europa, no hay tiempo que perder. Necesitan actuar ahora para detener la agresión de Rusia”

VLADIMIR KLITSCHKO

EX BOXEADOR

Un hijo digno de su estado es miembro de la defensa territoria­l. Estoy preocupado por mi país y por nuestra gente. Debemos detener esta guerra y debemos hacerlo juntos”

OLEKSANDER USYK

BOXEADOR

Defenderé este país lo mejor que pueda, con lo que pueda. Rusia vino a nuestras casas e inició una guerra. Están muriendo inocentes, mujeres y niños...”

YAROSLAV AMOSOV

BOXEADOR

“No tengo otra opción. Debo hacerlo. Voy a luchar. Es una guerra sangrienta”, expresó Vitali Klitschko al programa Good Morning Britain.

El campeón, ya retirado, ha estado involucrad­o en la política de su país desde el 2005 y desde 2014 se desempeña como alcalde de Kiev.

La situación de Vladimir es parecida. A principios de este año se enlistó en las filas del ejército al ver que la situación con Rusia era cada vez más tensa.

“Le pido a todo el mundo que detengan esta guerra que Rusia ha comenzado. Hoy civiles han sido bombardead­os por lo cohetes, civiles han muerto, está pasando en el corazón de Europa, no hay tiempo que perder. Necesitan actuar ahora para detener las agresiones de Rusia”, señaló el ex peleador de 45 años.

Según publica el diario británico The Times, los hermanos son parte de una lista de 23 funcionari­os tras los que va Vladimir Putin, presidente de Rusia.

Las voces que alientan a los ciudadanos a defender el territorio ucraniano llegan desde todas las esferas del gobierno. Anna Maliar, viceminist­ra de defensa de Ucrania, hizo un llamado para que el pueblo esté listo para destruir al enemigo.

“Una botella de mezcla incendiari­a desde el balcón o disparar con armas pequeñas a un automóvil son el personal del enemigo son pérdidas irreparabl­es”.

Son las historias que se cuentan en Kiev. A los hermanos Klitschko se le han unido otros pugilistas. Esas figuras que inspiran respeto por el poder de sus golpes. Oleksander Usyk, actual campeón del mundo y ganador del oro Olímpico en Londres 2012 ha dejado claras sus intencione­s.

“Es hora de unirnos. Un hijo digno de su estado es miembro de la defensa territoria­l”.

Las palabras valientes, sin embargo, se combinan con las súplicas.

“Amigos, necesitamo­s unirnos y superar esto, porque nos enfrentamo­s a dificultad­es excepciona­les. Estoy muy preocupado por mi país y por nuestra gente. Amigos, debemos detener esta guerra y debemos hacerlo juntos”.

La imagen del ex campeón de peso ligero Vasyl Lomachenko, con el traje militar y el fusil colgando de su brazo, también se ha viralizado. El ucraniano se unió al batallón Belgorod Dnistrovsk­y con la intención de defender el territorio. El ring, por ahora, tendrá que esperar para el peleador de 34 años.

Yaroslav Amosov, otro campeón vigente, enmarca otra de las problemáti­cas. El peleador salió de Ucrania para llevar a su familia a un lugar seguro, pero luego volvió para pelear contra las tropas rusas.

“Defenderé este país lo mejor que pueda, con lo que pueda. Rusia vino a nuestras casas y comenzó una guerra. Están muriendo inocentes, mujeres, niños…”

La guerra, en su delirio, ha traspasado las fronteras. Yuriy Vernydub, entrenador del Sheriff Tiraspol, ese equipo que es de Moldavia, pero no es de Moldavia, sino de Transnistr­ia, una región independie­nte, ha dejado su cargo, al menos por ahora, para enlistarse en el ejército de su patria.

El estratega que sorprendió al mundo tras conquistar el estadio Santiago Bernabéu en la presente edición de la Champions League, frente al Real Madrid, fue visto con la vestimenta militar. Detrás de la sonrisa que demanda la fotografía está una ciudad en ruinas, que busca soportar como puede.

Así se van sumando las voces. El tenista Sergiy Stakhovsky, quien hasta entonces había encumbrado su mayor victoria ante Roger Federer, en el césped de Wimbledon en el ya lejano 2013, también se enlistó en las filas del ejército. Y soltó una frase a modo de sentencia: “Sé usar un arma, si tengo que utilizarla, lo haré”.

El Sergiy Stakhovsky se retiró del tenis profesiona­l apenas al terminar el Abierto de Australia, en la metáfora de un mundo en constante cambio.

Las calles de Kiev están repletas de hombres inexpertos en el manejo de las armas, pero reforzados en el orgullo de quien está perderlo todo. Así van, en grupo, distinguid­os por brazaletes amarillos que los acredita como miembros de la defensa territoria­l, con los fusiles Kalashniko­v en las manos, listos para ser detonados.

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