¡Barbarie!
Difícil olvidar las escenas de lo sucedido en el Estadio La Corregidora de Querétaro. La barbarie en su máxima expresión. Una violencia incalificable, que debería llevar a cuestionarnos sobre lo que está pasando en nuestro país. Escenas que se esperarían
Aesto se me podría argumentar que algo parecido ocurre en Ucrania. Los bombardeos rusos, sobre población civil inerme, a un hospital, a lugares que se respetan en las líneas de fuego, hablan de la determinación de un dictador demente, por demostrar hasta donde llega su fuerza. Otra barbarie, en pleno siglo XXI y cuando se consideraba que, este tipo de combates ya no tendrían lugar, cuando menos en regiones, reitero el término, civilizadas.
De regreso a nuestra casa es doloroso constatar que la agresividad se generaliza, se pierde cualquier límite y se incrementa de forma alarmante el número de masacres.
En los últimos días, previo al desaguisado futbolístico de Querétaro, Zacatecas vivió una auténtica tragedia, otro tanto en Michoacán y en esta semana en Puebla, también se asesinó a nueve personas.
Muy fácil salir con las declaraciones demagógicas y falsas del tlatoani y del gobernador de Puebla. Para AMLO, en Michoacán no había habido la ejecución de las 17 personas -cuyos cuerpos los malosos desaparecieron-, porque en el video no se vio que les apuntaran en plan fusilamiento y no hay cuerpos. Su dicho anularía la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, porque tampoco se ha dado con los restos. Así intente negar la ignominiosa realidad, ahí está y el narco volvió a hacer de las suyas, sin que autoridad alguna logre ponerle un alto.
Barbosa, quien ocupa la máxima silla poblana, le restó importancia a la reciente masacre, diciendo que fue un “ajuste de cuentas entre bandas”. Y qué, por tratarse de delincuentes ¿se puede asesinar con plena impunidad? ¿O no hablamos de mexicanos y de personas?
Este régimen contabiliza a más de cien mil víctimas -cifra mayor a la de cualquier otro sexenio- y, a pesar de que, desde las mañaneras se insiste en que ya no hay masacres (Se considera cuando se mata a más de dos personas) suman más de 30 en distintas entidades. Tampoco se consigna a uno solo de los sátrapas capaces de instalar este tipo de terror. Porque se puede hablar de terror, cuando los habitantes de toda una comunidad (Sanabria, también en Michoacán), abandonan sus hogares por la llegada de bandas y, al regresar encuentran que les robaron su patrimonio, sus automóviles, camionetas y destruyeron mobiliario, ropa y demás enseres de la casa. Ni una autoridad dio la cara en defensa de estos vecinos que sufrieron semejantes despojos y que, gracias a la huida no perdieron la vida.
Lo del futbol, además de que se dice que hay injerencia e intromisión de la delincuencia organizada, en estas que se conocen como “barras” -Organizaciones de porristas-, deja clara la descomposición del tejido social, el que cada día se percibe más destruido, en función de los odios, resentimientos y demás semillero de negras emociones, que siembra cotidianamente el emperador de Palacio.
Si el lenguaje de la máxima figura nacional, infecta con su veneno a quienes lo siguen ciegamente, lo menos que podíamos esperar es esta destrucción de los valores que permiten la convivencia; de las redes que conforman el tejido social, Y esto, tarda años en recuperarse.
Este régimen contabiliza a más de cien mil víctimas -cifra mayor a la de cualquier otro sexenio- y, a pesar de que, desde las mañaneras se insiste en que ya no hay masacres (Se considera cuando se mata a más de dos personas) suman más de 30 en distintas entidades. Tampoco se consigna a uno solo de los sátrapas capaces de instalar este tipo de terror. Se puede hablar de terror, cuando los habitantes de toda una comunidad abandonan sus hogares por la llegada de bandas.