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La historia nos ha demostrado que sólo los pueblos que han sabido preservar y tonificar su cultura pueden librar el aislamiento para acceder al futuro. Por ello es imprescindible que los mexicanos, principalmente los gobernantes entiendan y quieran a Méxi
La cultura es, por tanto, una compleja gama de símbolos y valores que la comunidad gesta y desarrolla, recrea, preserva y enriquece y con la cual se identifica y se vincula incorporándola, integrándola a su modelo social de vida.
La cultura quiere decir el sueño compartido, la inagotable energía, el poder de la creación estética, el milagro de la belleza. La cultura popular ha sobrevivido a todas las tempestades, porque el proceso de recreación le devuelve a cada instante la posibilidad del florecimiento.
México, nuestro país, es uno de los ejemplos más claros del impulso de los herederos de la grandeza humana y la perfección estética: mosaico plural y diverso de expresiones minúsculas y de mentalidad cósmica, de creencias y búsquedas, de diferencias y acercamientos que se funden cada día en un sólo crisol que continúa vivo para robustecer nuestro destino como nación madura, plena de posibilidades.
Alguien se preguntaba: ¿seremos capaces de asumir, como seres humanos civilizados, la responsabilidad social de fortalecer y de proteger el arte popular, la raíz profunda de la identidad nacional?
Por supuesto que sí. Y no solo eso. La cultura y la ciencia serán imprescindibles para afrontar la terrible pandemia y sobrellevar el encierro. Y algo aún más importante: todo el procedimiento de vacunación que debe ajustarse a los más estrictos procedimientos de atención personal, cuidado y respeto por los adultos mayores. Y que el proceso se cumpla con las normas internacionales en vigor.
Eso significa cultura; somos un pueblo que, a pesar de nuestras otras calamidades, tenemos una cultura ancestral y única, y que nos mantiene unidos en momentos ríspidos.
Para definir nuestro perfil de mexicanos tenemos que mantener vivo el espíritu vigoroso y fecundo de la tierra múltiple; debemos preservar y consolidar la expresión auténtica, la dignidad del lenguaje, el trazo firme, la comunicación directa, el tono del color y el ritmo de la melodía que queremos. Por supuesto que hablo de la Cultura, con mayúscula.