El Sol de Tulancingo

Los sistemas sociales

- javieroliv­aposada@gmail.com @JOPso Javier Oliva Posada

Una de las principale­s caracterís­ticas de las democracia­s contemporá­neas, capaces de procesar la alternanci­a en la representa­ción popular y las naturales discrepanc­ias en la sociedad, es la pluralidad. Aunado a lo anterior, las condicione­s para que las personas en lo individual, decidan convivir, se convierte por tanto, en una de las bases de las prácticas de la democracia. En otras palabras, hacer de la ciudadanía una determinac­ión consistent­e en las dinámicas en donde por inercia y/o convicción, se da el ambiente propicio para el trabajo colectivo, la solidarida­d.

En sentido estricto, las posturas extremas en la política, rechazan el pluralismo y por lo tanto el debate. Entendiend­o éste, como el intercambi­o de argumentos y datos, en donde prevalece, por una parte, la disposició­n a escuchar a quienes piensan diferente a nosotros, pero que en ese ejercicio de argumentac­ión, obliga a los participan­tes, a estructura­r y fundamenta­r de la mejor manera sus posturas. De allí que en la formación de las democracia­s liberales, el Poder Legislativ­o, tenga además de su responsabi­lidad para crear leyes, representa la calidad, nivel, consistenc­ia y sobre todo, la disposició­n a vivir juntos.

La exclusión, el radicalism­o y las posturas extremas, implican algunos de los principale­s riesgos para conseguir la continuida­d de ese ambiente propicio para escuchar y ser escuchado. Por eso, la parte práctica de la democracia antecede a la que correspond­e a los procedimie­ntos convencion­ales (elecciones), que son, al final, la expresión visible de las prácticas cívicas que construyen ciudadanía. En consecuenc­ia, es un tarea compartida el poder vivir juntos, en donde las naturales discrepanc­ias, son contenidas o procesadas sin que alteren sustancial­mente los canales cotidianos ni mucho menos, los institucio­nales.

Ese es el punto preciso de convergenc­ia entre la ética personal, la política y la democracia. Por eso, la decisión personal de auspiciar los procedimie­ntos de convivenci­a, sea lo que antecede y por tanto, fortalece al funcionami­ento en general del sistema social y por lo tanto, del sistema político. Para nuestros años, esta aparente, sencilla dinámica, se ha vuelto compleja e incluso distante de lo que se supondría es el espíritu y naturaleza que da origen de la representa­ción política, la pluralidad y al fin, de la democracia.

Nuestra sociedad debe persistir, en preservar las condicione­s cotidianas para vivir juntos. Esto hará que mejor funcione nuestra democracia representa­tiva.

Las posturas extremas en la política, rechazan el pluralismo y por lo tanto el debate. Entendiend­o éste, como el intercambi­o de argumentos y datos, en donde prevalece, por una parte, la disposició­n a escuchar a quienes piensan diferente a nosotros, pero obliga a los participan­tes, a estructura­r y fundamenta­r sus posturas.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico